Dios amado, eres la más bella energía creadora. Dios mío, eres amor supremo y puro, bondad y compasión.

Pienso que me hablas en el corazón a veces con la elocuencia del silencio y acaso a través de palabras como estas: Amado hijo, me gozo en el bien que haces y en el servicio que ofreces con generosidad a tus hermanos.

Siempre estoy contigo, no sólo en los momentos dichosos, también en los días grises, cuando el alma duele.

Te acompaño en tus arduos aprendizajes y sientes mi amor y mi fuerza si estás en comunión conmigo.

Con humildad reconoce tu grandeza porque eres Dios en ese cuerpo, eres una parte de mi energía infinita.

En las noches oscuras confía y despide las tristezas o los temores con el poder de la fe y la magia del amor.

Dices que me amas y así es. Bueno, yo te amo sin límites y estoy tan presente como el aire que te da vida.