Producto de un acuerdo entre las gobernaciones de los departamentos del viejo Caldas, la administración del canal Telecafé recae alternativamente, cada cuatro años, en un departamento diferente y es el gobernador del cuatrienio quien decide administrativamente el destino de la empresa en su período. A partir del 1 de enero de 2024 ese poder lo ostenta el gobernador de Caldas, quien procuró una gerencia que erradique los vicios desastrosos que vienen asolando la entidad, de la cual se sirven los políticos para fortalecer candidaturas a gobernaciones y corporaciones públicas en los departamentos de su injerencia, mediante convenios y contratos multimillonarios con ministerios y otras entidades del orden nacional, sobre los cuales hay serias dudas y cuestionamientos.
Pues bien, con la entrada a la gerencia de la inabordable señora Amanda Jaimes, seguimos con esas contrataciones multimillonarias pero, además, estamos sufriendo una extraña colonización santandereana (Cúcuta y Bucaramanga) a través de una nómina tercerizada, de la cual surgen poderes que suplen los de la nómina institucional, usurpando funciones y decisiones que deberían recaer en las personas con vínculo laboral derivado del régimen estatutario.
En la práctica, este poder omnímodo convierte a los funcionarios de nómina institucional en espectadores de un régimen paralelo de administración que actúa en secreto, sin ninguna responsabilidad contractual directa y, por consiguiente, sin posibilidad de escrutinio, control o límite. Se trata de un poder paralelo que se convirtió en el decisor, ordenador y ejecutor, sin ninguna responsabilidad, pues al final esta sí recae sobre los funcionarios de la nómina organizacional.
Tenemos pues a un Telecafé con un norte totalmente desvirtuado. Una organización estatal que, como canal de televisión poco le aporta a la región, pues su calidad es pésima, su contenido cuestionable, su producción en declive y su misión televisiva descuidada. Y aunque esta administración apenas comienza, sí es cuestionable que se haya “importado” a una persona cuyas características administrativas y el conocimiento del mundo de la televisión la hacían valiosa, para terminar fungiendo de administradora de una empresa dedicada principalmente a la operación logística y central de medios; es decir, en intermediaria de eventos y comisionista en contratos de operación para los que la empresa no está estructuralmente capacitada.
Pero hay algo más grave aún, y toca insistir en ello: la implementación de una nómina paralela con poderes para suplantar las funciones de los empleados institucionales, es no solo aberrante, sino peligrosa y humillante. Caldas tiene reconocidas personas en el mundo de la televisión y empresarial, que bien podrían estar ejerciendo lícita, honesta y públicamente las funciones que hoy suplantan quienes, escondidos bajo la protección de la reserva legal, se han apoderado irregularmente de la empresa y hacen y deshacen, por encima de la dignidad, legalidad y obligación de los funcionarios formales.
¿Entonces Caldas, después de ocho años de viudez en Telecafé decide entregar su poder en este cuatrienio a los “santanderes”, para que vengan a suplantar a la nómina legal en sus funciones y se apoderen de una empresa que requiere con urgencia de sentido de pertenencia y amor por lo nuestro? Estoy seguro de que esta no era la intención del gobernador, Henry Gutiérrez, cuando nominó a la señora Jaimes; estoy seguro, además, de que la intención era recuperar a Telecafé del desastre producido por años de politiquería, corrupción y desafueros; y estoy seguro de que en Caldas, además de tener personas con capacidades administrativas, solvencia moral y conocimientos en el área de medios de comunicación, también las tenemos para administrar una empresa de operación logística y central de medios, que es en lo que se convirtió Telecafé. No necesitábamos que nos colonizaran e invadieran con esa nómina paralela contratada a través de servicios temporales que, no solo carecen de responsabilidad, sino de sentido de pertenencia.
Duele decirlo pero, en últimas, Telecafé sí es “La expresión de lo nuestro”. Porque lo nuestro parece ser la ruina empresarial, la indolencia y la permisividad con el despojo institucional. Porque lo nuestro es ver morir las empresas y llorar con desconsuelo. ¡Qué lástima!