El revuelo de esta semana en la alcaldía de Manizales corrió por cuenta del cacareado Coliseo Multipropósito, que se debió construir para atender parte de los juegos nacionales de 2023 y que, a la postre, terminará engrosando el museo de las promesas incumplidas creado en campaña por el representante-primo Santiago Osorio.
La administración municipal y los concejales arrodillados al alcalde de Manizales, pretenden hoy culpar descaradamente al gobernador por la improvisación, desidia e irresponsabilidad de Carlos Mario Marín. ¡No señores! Lo que queda claro en este entuerto no es que la gobernación esté reculando en la inversión prometida para su aporte en la obra, sino que se niega a entregar nuestros recursos para un albur, y se rehúsa a sacrificar diez mi millones de pesos del exiguo presupuesto departamental, para que entren a formar parte de la gran bolsa de corrupción que ha conformado el alcalde y que está llena de enredos jurídicos, obras sin empezar, proyectos paralizados, nóminas absurdas y pérdida de oportunidades.
Es una lástima para Manizales que esto suceda. Es una lástima que la ciudad vaya a ver frustrado su protagonismo en los juegos nacionales de 2023 y que todo lo que implica para un municipio volverse atractivo y referente, se vea trunco por la ineficiencia de su alcalde. Y lo digo con convicción, pues no es lógico que Marín, a escasos tres meses de terminar el año, esté apurando los trámites ante el Concejo para la legalización de los aportes municipales y, peor aún, que a estas alturas de la vida, no haya un proyecto fase III que garantice la definición total de la obra.
Lo que pide el gobernador Luis Carlos Velásquez es seriedad en el proyecto, garantía de que la obra se construya y de que los tiempos se cumplan para el propósito que se persigue. Y ninguna de estas tres condiciones se dan: porque no puede haber seriedad en un proyecto que se pretende aprobar a marchas forzadas, a los trancazos y mediante la utilización de unas mayorías edilicias serviles; tampoco hay garantía de que la obra se construya, pues en 33 meses de gobierno Marín, solo vemos proyectos absurdos en el papel, obras sin comenzar, dineros enredados, líos jurídicos, anuncios circenses de inicios mentirosos, espectáculos pueriles con intenciones politiqueras y una ciudad retrocediendo vergonzosamente; y en cuanto a los tiempos, es absurdo pensar que faltando tan solo un año y dos meses para comenzar los juegos, se estén tratando de legalizar los dineros para el coliseo y se esté pensando en abordar un proceso de definición de diseños, especificaciones de obra, condiciones de contratación, procesos licitatorios, construcción y puesta en marcha, por lo que todo apunta a que es un imposible físico tener la obra lista para el propósito que se persigue, y que más bien terminaremos siendo motivo de burla nacional.
¡Sí: es una lástima! Pero eso es lo que hay. Los manizaleños parece que no nos hemos dado cuenta de que no solo tenemos un alcalde inepto, sino también un concejo cómplice, connivente, corresponsable e irresponsable que está dispuesto a aprobar cuanto absurdo se le ocurra presentar al ejecutivo. Un concejo que funciona como rebaño del alcalde y que hace su voluntad por encima de la lógica, la decencia, el decoro y las consecuencias jurídicas. Pero que el alcalde haga lo que se le antoje con el concejo, no quiere decir que lo mismo suceda con el gobernador, pues él no puede caer en ese juego, so pena de correr la misma suerte de aquel. Y lo está demostrando con cifras y argumentos, así el alcalde y los concejales quieran victimizarse y endilgarle la culpa al gobierno departamental, porque se niega a soltarle irresponsablemente un presupuesto millonario al barril sin fondo del municipio.
Todos tenemos razón para desconfiar del alcalde Marín. Porque en la historia de Manizales no ha habido una alcaldía tan rica en recursos, y pobre en obras; tan millonaria en aprobaciones, y miserable en realizaciones; tan desbordada en dineros disponibles, y rezagada por ineptitud y corrupción; tan inundada de anuncios de inicio de obras, y tan paralizada en ejecuciones.