Ante la crisis que atraviesa Manizales a causa del desgobierno, la corrupción, la inoperancia, la ineptitud y la mafia que instauraron Carlos Mario Marín Correa y su primo representante Santiago Osorio Marín, el 2023 es un año definitivo para la ciudad, pues quien llegue a gobernarnos en el próximo período encontrará una ciudad en ruinas no solo físicas, sino morales, éticas, anímicas, cívicas y económicas. Tendrá que pensar, primero, en reconstruir la ciudad y en alejarla de esas sombras de desánimo y pesimismo que hoy nos acompañan, y que hacen inviables los proyectos que se planteen.
Es una lástima repetirlo, pero la Manizales 2023 es una ciudad diferente a la que teníamos hace tres años y, por consiguiente, una ciudad sin presente y, con mayor razón, sin un futuro cierto. Es una ciudad que ansía renacer de sus cenizas, pero se siente intimidada por sus propias circunstancias; una ciudad que sabe que, si se propone, puede superar sus dificultades, pero que aún tiene que soportar un eterno año de embustes en el cual se seguirá dilapidando el presupuesto y malgastando sus arcas; una ciudad cuya junta directiva está dedicada a enriquecerse sin medida y, en ese propósito, está dispuesta a servirle de compinche al alcalde en todas sus torpezas, iniquidades, desafueros y actos mafiosos y corruptos.
¿Qué hacer entonces? Sin duda, llegó la hora de unirnos entorno a la reconstrucción de Manizales y, a la vez, de evitar que esta administración la siga destruyendo. Llegó la hora de presionar a los órganos de control y de justicia para que actúen y se vuelvan aliados de la verdad, la prevención, la majestad judicial y el respeto por la institucionalidad; de advertir y denunciar los actos de concejales sin escrúpulos, funcionarios indignos y administradores delincuentes; y de cerrar filas alrededor de la persona que ofrezca seriedad, conocimiento, honestidad, experiencia, firmeza, sensatez, prudencia, sindéresis y capacidad de trabajo en pos de retornar a Manizales por el sendero del progreso, desarrollo, optimismo, inversión, civismo y pujanza.
Sé que son acciones diferentes, pues la una depende de la administración actual que hará hasta lo imposible por seguirse enriqueciendo a costa de nuestro progreso, y la otra depende de nosotros que, en las urnas, tendremos oportunidad de cambiar el rumbo desastroso en el que nos enrutó Marín. Pero, en el fondo, las dos acciones son complementarias, ya que somos los mismos ciudadanos quienes debemos reaccionar y actuar en un año electoral que, repito, es definitivo para el futuro de la ciudad. Y son complementarias porque quienes aspiren a gobernar a Manizales tendrán que luchar, paralelamente, por evitar que sus ruinas se expandan y sus arcas se vacíen; tendrán que hacer campaña no solo para conseguir votos, sino también para servir de veedores, denunciantes y controladores de lo público, conformando así un ejército anticorrupción y antidestructor que será la mayor talanquera para detener el desgreño de Carlos Mario en lo que resta del mandato.
¿Y cómo lograr esto? ¡Uniendo fuerzas! La salvación de Manizales está en una conjunción de fuerzas políticas, sociales, económicas, gremiales, académicas y laborales. Ante la crisis que vivimos tenemos que aflorar la pujanza que nos ha caracterizado y que otrora nos llevó a superar grandes tragedias y desastres naturales. Tenemos que hacer a un lado el orgullo, el egoísmo, la soberbia y las diferencias politiqueras; porque es en la turbulencia de la discordia en donde pescan con éxito seres mezquinos como Marín y Osorio. Por primera vez tendremos que hacer una alianza para aligerar la campaña política y depurarla vía concertación. Tenemos que buscar la paz política para volver a enamorar al ciudadano de una actividad que es inherente al ser humano y que, gracias al desorden moral en que vivimos, está totalmente degradada.
En la arena hay candidatos de todas las pelambres y aspirantes de todos los colores. Esperemos pues que con el tiempo se depuren las aspiraciones y se logre esa concertación entorno a quien más garantías ofrezca para la reconstrucción de la ciudad. Tan importante es pensar en quién será el próximo alcalde, como en la forma de evitar que nos siga corroyendo la mafia miserable que nos está gobernando.