Manizales está de luto. Y es un luto profundo, ocasionado por la supresión de libertades culturales que, producto de un Congreso lleno de mermelada y doblegado corruptamente por el ejecutivo, decidió eliminar las corridas de toros en todo el territorio nacional. No valieron argumentos, consideraciones, contrapropuestas, súplicas ni coaliciones. Porque era un punto de honor impuesto a los petristas por su amo, a quien obedecen con disciplina de perros y adiestramiento servil, y se jugaba algo más simbólico en lo político que en su significado real.
Porque no existe coherencia entre la violencia que defienden a diario los petristas, y la supuesta indignación que esgrimieron ante la muerte de un toro en el ruedo, y que desembocó en la coerción de nuestras libertades. Basta ver la posición de Petro en un mensaje de X: “Felicitaciones a quienes, por fin, lograron que no sea un espectáculo la muerte. Quienes se divierten con la muerte de animales terminarán divirtiéndose con la muerte de seres humanos; como los que queman libros terminarán quemando seres humanos.” ¿¡Qué!? ¿Un mensaje de estos proveniente de alguien a quien la vida de los semejantes parece importarle un higo?
¡Descarado! Habrá que recordarle entonces que el M-19, las Farc, el Eln y demás grupos terroristas y narcotraficantes convirtieron la muerte en un espectáculo que utilizan para intimidar, demostrar poder, obtener lucro, dominar territorios e imponerse por la fuerza. O traerle a la memoria los “burro bomba” con los que se divertían explotando puestos de policía; o los juegos de fútbol con la cabeza de sus víctimas; o la quema de libros en las bibliotecas de escuelas cuando bombardean poblaciones enteras; o la incineración de seres humanos en el Palacio de Justicia y en los CAI. ¡No hay coherencia en las posiciones de Petro y los hechos comprobados de violencia durante toda su vida pública! ¡Y mucho menos coherencia en sus lacayos!
O los petristas que defienden la vida de un toro, ¿qué han dicho ante la barbarie de la primera línea, que quema vivos a los policías y asesina inocentes en las calles? ¿O ante el inminente riesgo en que nos pusieron a cincuenta millones de colombianos a quienes nos destruyeron el sistema de salud? ¿O ante la legalización del aborto en la supuesta defensa de los derechos de la madre? ¿O ante la impunidad a terroristas y delincuentes de la peor laya que salen a diario de las cárceles para convertirse en gestores de paz, y terminan haciendo parte del ejército ilegal del Gobierno? ¡Nada! ¡Reina el silencio!
¿O cómo se entiende el llamado del senador Wilson Arias (Petrista redomado) a las Farc, Eln y demás grupos terroristas y narcotraficantes para que se unan en la defensa del Gobierno? A los terroristas hay que combatirlos, no llamarlos como aliados; hay que castigarlos, no premiarlos con reconocimiento y loores; hay que desterrarlos, no alentarlos ni darles alas; hay que despreciarlos, no acogerlos en el seno institucional.
Los argumentos que pueden esgrimir los grupos terroristas a los que hoy se les llama para que defiendan al Gobierno son: balas, metralla, bombas, asesinatos, violencia, atentados, fuego, destrucción y caos. En una palabra: ¡muerte! Muerte de seres humanos que sí no conmueve ni aterra a quienes se rasgaron las vestiduras por defender la vida de un toro. Porque mientras se debatía en extensas jornadas el derecho a la vida de los toros, el país se incendiaba y la vida de los colombianos quedaba pendiendo de un hilo; mientras el petrismo (con ministros y lobistas a bordo) se dedicaba a obtener puntos de honor, niños inocentes se escondían bajo sus pupitres por miedo a las balas asesinas de los aliados de Wilson Arias, que son los mismos aliados de Petro.
Mientras acababa con parte de la economía de nuestra Manizales, el Gobierno demostraba su total desprecio por la vida de los colombianos. Por eso nuestro luto. Porque Manizales es hoy víctima de la incoherencia del Gobierno y tendrá que asumir las consecuencias de su soberbia e iniquidad. ¡Nos queda la esperanza de las Cortes! ¡Seguiremos luchando!