Que el presidente Petro convoque a una reunión de gobernadores electos, invitando solo a quienes participaron activamente en su campaña presidencial, es un acto de retaliación que refleja su resentimiento y, además, lo antidemocrático de su gobierno. Podríamos decir que está conformando la “Primera Línea” de gobernadores que quedarán bajo su dominio, mando, voluntad y, lo que es peor, bajo sus coacciones y condicionamientos aboliendo la independencia territorial. ¿O será que esta es la creación de sus directorios departamentales para superar la derrota evidente del pasado 29 de octubre? ¡Ojalá no!
Constitucionalmente el mandato del pueblo tiene que ser acatado por todos los ciudadanos, empezando por el presidente de la República. En democracia, un presidente no puede andar irrigando odio ni mandando mensajes de poder como si fuera un tirano; y mucho menos discriminando la legitimidad y dignidad de algunos mandatarios cuando el reconocimiento constitucional es igual para todos.
Porque el hecho de excluir de esa reunión a los gobernadores que no comulgan con sus ideas y actos cuando ha demostrado ser mal gobernante, irresponsable, irrespetuoso y con adicciones oscuras que generan fundada desconfianza, denota que posee una propensión a la discriminación que resulta paradójica en quien ha reclamado inclusión y universalidad. ¡Esa es la izquierda progresista a la que solo le sirve la democracia cuando los resultados le favorecen!
Pero aquí hay un fondo mayor: muchos de esos gobernadores que se reúnen ufanos hoy con Petro, hasta hace ocho días lo denostaban, lo negaban, se sentían ofendidos si se les relacionaba con él, y hacían alharaca de independencia y honestidad. La peor ofensa para ellos era que se les vinculara con Gustavo Petro. -¡Es una calumnia!... ¿Ser petrista?: ¡Qué tal! ¡Aleja de mí esa escoria!- Espetaban. Y lo decían mientras recibían sus millonarios beneficios y apoyos logísticos que abultaban las arcas políticas y económicas de sus campañas.
¡Y ese es el triunfo y el liderazgo que reclama hoy Gustavo Petro! ¿Cuál triunfo y cuál liderazgo? ¿Será líder aquel cuyos candidatos son vergonzantes y niegan cualquier vínculo político? ¿Podrá reclamar como triunfo que donde ganó el petrismo lo hizo a hurtadillas, mintiendo y escondiendo al supuesto líder?
¡Qué farsa! ¿O no fue esto lo que vivimos en Caldas? Duele decirlo, pero el nuevo gobernador terminó siendo un farsante. Porque si él no militaba en las huestes de Petro, ¿por qué el propio presidente cuenta a Caldas dentro de sus departamentos aliados, y Henry acepta que se le incluya como su coequipero? ¡Es entonces farsante con el presidente! Y si era el candidato petrista, y hoy Petro reclama su triunfo en Caldas, ¿por qué trató de esconder y negó con insistencia sus vínculos reales con el petrismo? ¡Es entonces farsante con Caldas y sus electores!
Y es lógico que Henry escondiera los vínculos con Petro, pues todos los actos petristas son oscuros, vergonzosos, de origen incierto y rodeados de pestilencia y sombra, y eso le significaría su derrota. Pero un candidato no puede engañar de esa manera al pueblo sin que haya alguien le reclame por su indecencia. Y lo hago con todo el respeto que me merece la persona del Gobernador electo, pues creo que es un hombre bueno que se vio imbuido en una red que lo absorbió de tal manera que terminó actuando falsamente con el pueblo y hoy tiene una enorme responsabilidad. Porque su triunfo fue lánguido y hay, por lo menos, un cincuenta por ciento del departamento que no comulga con la mentira y que estará muy pendiente de sus aciertos y desaciertos.
Dicho lo anterior, mis deseos son que a Caldas le vaya bien y que los proyectos que hay en curso se terminen de la mejor manera. Por ello los caldenses tenemos que unirnos entorno a iniciativas que van a requerir del apoyo y las luces de personas de todas las latitudes políticas. Henry no podrá heredar los aires de emperador de Gustavo Petro, porque ahí sí caeríamos en el peor lodazal de la historia.
Pasada esta página, esperamos con expectativa un gobierno Caldense que impida que la indignidad del presidente se traslade al departamento.