Hago parte de quienes queremos que Barranquilla recupere la sede de los Juegos Panamericanos. Pero la verdad es que no se ve nada fácil. Porque el Comité Ejecutivo de Panam Sports decidió, “unánimemente, retirar la sede de los XX Juegos Panamericanos”, dados “los innumerables incumplimientos del contrato vigente”. E invitó a inscribirse a las ciudades americanas que deseen reemplazar a Barranquilla, interés que han expresado cinco de ellas. La decisión final se tomará al terminar enero.
Hablan de “incumplimientos” porque el gobierno nacional no cumplió con los cuatro millones de dólares que se comprometió a pagarles al finalizar 2023, además de los otros reclamos que Panam Sports le planteó en agosto y octubre pasado, fallas que rompieron la confianza en un negocio al que Colombia debía invertirle 500 millones de dólares, según el cálculo de la actual ministra del Deporte, Astrid Rodríguez.
Barranquilla le advirtió al presidente Petro que los incumplimientos del gobierno podían hacer perder la sede de los Juegos y sobre el daño reputacional. En contraste, una semana antes de posesionarse como ministra del Deporte, María Isabel Urrutia se dirigió a Gustavo Petro poniendo en duda seguir con los Juegos, por ser una decisión del gobierno anterior, por sus altos costos y porque se realizarían cuando él ya no fuera Presidente. Y Petro no la corrigió, ni siquiera para que lo escuchara Neven Ilic, el presidente de Panam Sports.
Y en marzo de 2023, cuando María Isabel Urrutia salió del ministerio, Neven Ilic hizo saber su inconformidad con lo que ocurría: “No tuvimos un diálogo claro con las autoridades, así que el avance con estos juegos ha sido casi cero”.
Aunque el Comité Organizador de los Juegos se constituyó el 4 de agosto de 2022, su primera reunión fue en noviembre de 2023, ¡quince meses después!, confirmando el desgano del presidente Gustavo Petro, desinterés ratificado porque acaba de saberse que la ministra del Deporte nunca tramitó en el Ministerio de Hacienda la plata que tenía que aportar el gobierno nacional.
Ojalá Barranquilla pueda recuperar la sede de los Juegos Panamericanos.
También les ha ido mal a Barranquilla y a la Costa Caribe con las tarifas de la electricidad. Su rebaja, tan anunciada el primer semestre del gobierno de Gustavo Petro, se quedó en demagogia. Pues en 2023, A-ire, y muy parecido ocurrió con Afinia, subió las tarifas en 32,48%, cuando la inflación fue de 9,28, es decir, porcentualmente, aumentaron el triple de la inflación. Un verdadero abuso contra el pueblo caribe.
Este atropello se debe a que el presidente Petro, en vez de cambiarlo, dejó en vigor el Régimen Tarifario Especial que Iván Duque aprobó para la Costa Atlántica. Y también le mantiene en secreto los precios que A-ire y Afinia pagaron por sus partes de Electricaribe, aunque se sabe que es 8,5 veces menos que la suma a la que le aplican la tasa de ganancia, desvergonzado abuso que también eleva las tarifas.
También les ha ido mal a Barranquilla y a la Costa Caribe con la promesa del candidato Gustavo Petro a los sectores populares de que les daría electricidad gratis por energía solar. Porque ya se sabe que los planes de su gobierno son pequeñísimos frente el número de hogares de la región y porque si llega a haber algo gratis, no será “porque el sol es gratuito”, como con demagogia dijo en campaña, sino porque el gobierno lo subsidie, pues quien deje de pagar las facturas de las redes tradicionales se quedará sin el servicio.