Ante la gran cantidad de inquietudes, controversias, que comprometen la existencia actual de los colombianos aparecen aquellas que han demandado diversidad de opiniones, como es lógico y necesario, persistiendo por algunos días. Otras se mantendrán en el tiempo con una oscilación entre actualización y silencio, y otras más que entrarán largamente en el olvido reapareciendo cíclicamente sin definir la periodicidad y entender totalmente las causas de la indiferencia en determinadas oportunidades.
La nube pública está cargada de aspectos que comunicadores, comentaristas y pueblo, hacen evidentes a través de los días, reiterando información desaforada y consideraciones positivas o negativas o alevosas.
A veces, con una rotación de blanco al negro y nuevamente a blanco, y así la cadena se extiende en tiempo, espacio y coyuntura. Solo algunos son consistentes con sus opiniones y, salvo nuevas y verdaderas contribuciones al cambio de concepto, modifican sus maneras de entender y divulgar sus juicios o ponencias.
No es fácil determinar cuál aspecto de la vida cotidiana es más importante. La nube negra no deja identificar. Los colombianos reciben, voluntariamente, una inmensa carga de información y otra más grande de opiniones sobre hechos reales o simplemente engañosos.
Estos últimos producen daño que poco a poco van destruyendo la identidad frente a aspectos vitales de la vida de las personas. De blanco al negro, sin regreso y menos frecuentemente del negro al blanco.
Los colombianos como todos los seres humanos, por su naturaleza, se debaten entre la esperanza y la desesperanza ante determinados hechos que los afectan. Una vida completamente feliz y permanente a través del tiempo es de difícil apropiación, pero no imposible.
El escritor Alejandro Samper Arango, en su columna digital, reflexiona sobre la famosa vaca, de gran utilidad en muchas instancias, de la cual pocos contribuyentes han escapado. En términos generales se utiliza para beneficio comunitario en donde participa el aportante o en donde la donación es para terceros. Una forma altruista es la donación de sangre, y otra aquella cuyo principio es obtener muchos y diversos elementos, inclusive dinero, con fines diferentes: Personales, institucionales u obras.
Se refiere Alejandro Samper a la vaca impulsada en Antioquia, para vías en la cuales tienen interés los antioqueños, para las cuales no tienen o no les alcanza el presupuesto.
Hay que compartir con el autor el hecho de destacar las virtudes de ellos. Pero, a su vez, recuerda que pueden existir otros intereses, incluyendo políticos, en el evento promocionado. Pregunta: ¿Cuál actividad en Colombia no está permeada por la política? Seguramente aparecerán múltiples respuestas, de afirmación o de negación, pero hay que diferenciar, para tranquilidad del espíritu, entre la partidista y la infinidad de las otras.
No es lo mismo una vaca en Antioquia, para lo que sea, a otras en distintos territorios cuyos habitantes tienen menos capacidades económicas, o son menos, para reemplazar al Estado o: ¿Será que lo que se le reste a Antioquia desde la Nación, si se le restare, se entregará a otras reparticiones geopolíticas necesitadas?
Cada quien dona lo que quiere si puede, para lo que se desee y sea recibido. En ello no hay duda y han sucedido millones de ejemplos benéficos en el país. Bien por todos, donadores y receptores.
Pero, al margen, el escritor introduce el tema de una nueva estructura geo administrativa del país insinuando que una posible separación de Antioquia arrastraría, entre otros departamentos, a Caldas.
De tiempo en tiempo, pero siempre en el corazón de algunos antioqueños, la idea de separarse de Colombia se rehabilita o al menos una diferente conformación de regiones administrativas.
No es un asunto banal. Como se ha expresado, tarde o temprano el país afrontará la disyuntiva.