Hace varios años cuatro profesores de medicina de la Universidad de Caldas, de amplia y reconocida trayectoria académica, al salir de una sesión académico administrativa conversaban sobre lo tratado y terminaban diciendo que todo era un burlesque palabra que tiene sus raíces en Francia, Italia, Inglaterra y Norteamérica.
Ellos querían decir que lo presentado, discutido y decidido, pertenecía a una especie de sainete en donde lo burlesco dominaba lo acontecido en la sesión. A propósito, cada uno expresaba su propia consideración con un dejo de insatisfacción por la manera como fue tratado el tema frente a una problemática que merecía rigurosidad académica.
Toda acción de personas puede ser sometida al escrutinio; del resultado de esta conducta se derivan los procesos que deben continuar ya sea con la aceptación o rechazo de lo indicado, siempre bajo la responsabilidad personal o colectiva por una u otra conducta.
Las actividades de las personas caen bajo una clasificación que considera generalmente dos diferentes aspectos: Seriedad como una definida identidad o teatralidad como una variada forma de estar en la vida que puede tener diferentes enfoques y uno de ellos puede llegar hasta el extremo circense.
Los seres humanos tienen durante su vida, salvo compromiso mental, distintos comportamientos conscientes o no, que los lleva a adoptar posiciones y conductas de diversa índole. No hay personas permanentemente rígidas o flexibles, situaciones que no pueden confundirse con la severidad del comportamiento ni con la amabilidad en el trato.
Dos conceptos vienen desde la iniciación del uso de la palabra burlesque en la literatura del siglo XVI cuando se usaba como mecanismo de satirización o ridiculización; inclusive se menciona que Miguel de Cervantes adoptó el género para usarlo como mofa del romance en el medioevo.
Por siempre han existido obras con técnicas literarias que evidencian aspectos cómicos y épicos entremezclados y en diferente proporción. Un ejemplo de ello son las obras de Aristóteles, siglo V a.C. y otros muchos
El burlesco es una actividad puede ser esgrimida por las personas ante diferentes aspectos de la vida real, por todos y en todas partes, incluyendo las sociedades más estrictas en el comportamiento serio.
No se puede olvidar que hay burlesco con aspectos de sexualidad que llega en ocasiones hasta lo pornográfico. Por ahora, hay que dejar de lado este enfoque.
El panorama del país tiene infinidad de cuadros que representan las actividades de todas las personas. No se puede tomar una fotografía que revele simultáneamente las acciones. Habrá que observar a través de distintos escenarios y hacer mentalmente una composición de obra.
El análisis de lo evidenciado da como resultado una inigualable obra de burlesque en donde entre lo serio y lo ridículo; o entre lo posible y lo absurdo; o entre la verdad y la mentira, abierta o encubierta; o entre el deseo y la realidad; o entre lo sincero y la alevosía; o entre lo sapiente y la ignorancia premeditada, representan lo cotidiano.
Las personas que ocupan cargos en cualquier repartición del Estado ya sea en el gobierno central o en los territoriales; igual que los directivos de instituciones estatales o privadas; igual que los académicos; o la pléyade articulistas de múltiples medios; o simplemente cualquier ciudadano que posea aparato de comunicación; o un contertulio en cualquier parte; o un familiar; o un superior o un dependiente, son los actores del burlesco en un país diverso que incita en un extremo a la inmensa preocupación hasta el otro que induce hilaridad sin límite. Los ciudadanos deben ver, oír y leer, sin límite, y se den cuenta del inmenso teatro o carpa en el que se encuentra y se desarrolla la pantomima colombiana.