La sociedad modifica sus comportamientos con el paso del tiempo y las comunicaciones en primera instancia difunden los cambios de cualquier parte del planeta.
Aunque la distancia geológica es importante, cada vez están menos aisladas las poblaciones que por diferentes motivos cambian sus maneras en lo privado o en lo público.
La sociedad occidental se diferencia de la oriental en varias costumbres, pero a pesar de que algunas están muy arraigadas, poco a poco se introducen modificaciones entre ellas. Los mejores ejemplos evidentes son los alimentos preparados y los besos. Se compromete hasta un continente.
Pero al interior de cada sociedad también se van dando variaciones hasta extenderse a amplios grupos poblacionales y llegan hasta casi todos los habitantes. Cambiando de una conducta extraña a ser una práctica aceptada generalmente. A pesar de esta extensión, algunos reductos de personas tienen una especial visión restrictiva de las nuevas maneras.
Hasta hace 40 años, el beso en el país tenía una consideración especial ya sea por su demostración pública, entre familiares o de amistad intensa, sin relación con sexualidad.
Las mejillas, las manos o la frente eran y siguen siendo los sitios para expresar con un ósculo la profunda y amorosa relación. A propósito, los abuelos y padres de procedencia antioqueña o caldense, eran reacios en extremo a besar a sus nietos e hijos varones.
Ayer, El beso: La leyenda del beso, o, El beso por Juan Legido, dos fabulosos extremos. Por pudor o simplemente como conducta instruida y aceptada entre personas cercanas, no había evidencias físicas de besos y, cuando se producían aparecían el rubor y la turbación.
El beso ha tenido muchos significados y cada día en la actual sociedad su costumbre pública se extiende inconteniblemente, ya sea entre personas heterosexuales o del mismo sexo. La edad había sido una limitante, que ya no existe, otra el lugar dentro del papel en la sociedad. Además, la relación laboral era una barrera.
Hoy, un beso no se le niega a nadie ya sea para fortuna o incomodidad. Los jóvenes tienen ahora un comportamiento especial sin que el beso signifique automáticamente una conducta sexual.
Una investigación antropológica reciente e interesante, Science, demuestra que en el sur de India, 1.500 años a.C, existía el beso con fines románticos y sexuales, lo que contrasta con la costumbre existente en Egipto y Mesopotamia, Irak y Siria, 2.500 años a.C. Algunos datos sugieren que hace 4.500 años, la costumbre de besar en los labios se fue extendiendo, no siempre como expresión de sexualidad.
De otro lado, se conoce la importancia del beso en la transmisión de ciertas enfermedades infecciosas, lo que actualmente está demostrado fehacientemente; el tema es epidemiológico.
Regresando al hecho del beso, actualmente la sociedad colombiana no tiene restricciones y lo que era delimitado para las zonas costeras se ha introducido en todo el territorio y en todo espacio, inclusive en los recintos sagrados cuando algunos fieles se demuestran su querencia.
Hay que observar, entender y justificar el beso en público siempre y cuando haya respeto por los demás, incluyendo la potestad indelegable del recato.
A pesar de la tolerancia que existe, se comprende y tiende a ampliarse. Hay sitios que deben ser vedados para las demostraciones de la sexualidad, sexo, en diferentes expresiones y ello también implica el respeto por el recinto y los asistentes, como por ejemplo el espacio de un tribunal o un acto estrictamente académico o la sede del gobierno o de los cuerpos colegiados estatales.
El beso es una a hermosa demostración humana, de vida y de libertad, pero la sociedad debe definir su entorno al consentirlo o rechazarlo libremente.
Del enemigo, defiéndeme; del besucón, protégeme.