El próximo 2 de febrero se cumplen 90 años de la creación del hoy Colegio Mayor de Nuestra Señora, cuando el obispo Juan Manuel González Arbeláez expidió el decreto mediante el cual establecía un centro educativo vinculado a la entonces diócesis de Manizales, lo que se constituía en una institución de origen, filosofía y administración católica.
La diócesis de Manizales, creada en 1900, fue desmembrada, a similitud del del departamento de Caldas, de la arquidiócesis de Popayán y la diócesis de Medellín, definiendo la línea episcopal con: Gregorio Nacianceno Hoyos, Tiberio de Jesús Salazar y Herrera y por el ortodoxo monseñor González.
El nuevo jerarca llegó a Manizales el 3 de diciembre de 1933. Dos meses después dio vida jurídica eclesiástica al Colegio, mediante un decreto de 7 artículos: Estableciendo las bases; la dependencia del obispado e indicando el camino para los futuros desarrollos; y, reconociendo la potestad del gobierno en los delineamientos de la educación, advirtiendo que siempre y cuando no se contrapusieran a las normas de la Iglesia Católica (sic).
Lo ordenado por monseñor González establecía la apertura de la enseñanza para los estudios primarios y de bachillerato. Días después de la fundación, se nombró al sacerdote Baltazar Álvarez Restrepo, posterior obispo de Pereira, como el primer rector, siendo seguido por cinco sacerdotes: Rubén Mejía Ángel, Fernando Uribe García, el Canónigo Julio César Salazar Hoyos, Adalberto Meza Villegas y el canónigo Santiago Marín Vargas. Inolvidables el insigne rector de la primaria sacerdote, Samuel Osorio y quienes continuaron con el cometido institucional.
Desde las primeras sedes colegiales, los locales educativos y dotaciones han mostrado un continuo desarrollo siempre buscando adoptar los mejores espacios e instrumentos para cumplir con la misión encomendada en 1934.
A pesar de que en Manizales hacía 20 años existía el faro del Instituto Universitario de Caldas, el obispo Juan Manuel González Arbeláez consideró: Por cuanto es necesario atender cuidadosa y formalmente a hacer de muestra juventud falanges de honra, virtud y ciencia, que respondan a las exigencias sociales de la época y que les corresponde ejercitar su actividad.
Seguía el prelado en sus considerandos: Atendiendo a la obligación natural en que estamos los obispos de procurar la integridad de la porción que nos corresponde cuidad y proteger.
La larga vida del Colegio ha estado acorde con el devenir de la sociedad. La Institución se ha transformado, pero siempre conservando la esencia de los dictados de la Iglesia Católica.
Varias divergencias se suscitan alrededor de la presencia efectiva de la educación moderna. La primera disyuntiva reside entre la educación laica, como un mandato constitucional, frente a la delegación del Estado a interesados privados en ser educadores, confesionales o no.
El fortalecimiento necesario de la formación estatal no puede soslayar la querencia de los padres y tutores en tener la posibilidad de una educación integral privada la cual ha dado buenos resultados en un país como Colombia.
Hoy cuando los padres son el pivote, son más importantes que antier, tanto por la responsabilidad como por los procesos formativos, deben tener la opción de seleccionar autónomamente la tutela educativa para sus hijos, sin menospreciar la Constitución.
Los recursos no deben establecer la diferencia.
El Colegio Mayor de Nuestra Señora, hoy separado en varias entidades autónomas, sigue siendo una fuente de formación con inmejorable calidad para sus jóvenes: Hombres y mujeres, fortaleciendo el carácter.
Nunca ha sido inferior a su compromiso, y, por el contrario, las modernas tendencias educativas y sociales no son extrañas a su quehacer.
Las miles de personas que han pasado por sus claustros y los millones de sueños generados son la evidencia del valor del Mayor Nuestra Señora, bajo el manto tutelar de su Patrona.