La propuesta de convocar y permitir el ingreso de personas desde Venezuela para realizar labores en el campo de la Atención Primaria, dentro del plan que estructurará la probable ley que definirá la Reforma a la Salud, es de analizar cuidadosamente.
Varios enfoques al tema han sido planteados la semana anterior ante la presencia en Colombia de los denominados: Médicos Integrales
La cuestión más importante para comenzar el examen es identificar si hacen falta en el país médicos generales con los cuales se pretende cubrir el cuidado a la familias y personas que soliciten inicialmente un servicio de atención médica. La respuesta del número resultante debe ser cuidadosamente investigado en cuanto al total disponible en Colombia y la concentración por áreas geográficas.
Si la respuesta demuestra deficiencias en el talento humano, debe promoverse una adecuada preparación de personas interesadas en estudiar medicina. Las listas de aspirantes son largas y pueden ser la solución, bajo adecuados mecanismos de selección y preparación, a miles de nuevos médicos con el programa de estudios que se utiliza actualmente.
Si los médicos vigentes en Colombia no están preparados para ejercer una adecuada medicina general, que sería un contrasentido, deben proponerse acciones de educación continua de manera inmediata. ¿La recertificación, sería un camino rápido y universal?
Un médico general es un profesional que debe ser, deber inapelable que hay que expresar sin temor, el mejor médico de familia. Ignorar que un médico general no está capacitado y formado para atender integralmente la familia, es reconocer una gran falencia en la educación médica. La medicina familiar desconociendo al médico general atiende a otros intereses que deben ser revisados cuidadosamente por todas las Escuelas de Medicina y el Estado.
El médico general, y no el especialista, cualquiera que sea, es la piedra angular del ejercicio médico. Por él comienza y termina la atención en salud.
Si el número de médicos es suficiente y no hay cobertura nacional, hay que redistribuir el recurso mediante procesos adecuados de ofrecimientos de garantías, con mecanismos de estabilidad y bienestar indiscutible.
Al médico general, y a cualquiera, hay que proporcionarle las herramientas para ejercer su profesión de acuerdo con las funciones que se le asignen. No se puede pretender un sacrificio permanente que finalmente está en contra de la sociedad entre la cual se encuentran los pacientes, sus familias, los mismos médicos y las instituciones.
El ejercicio de la medicina en Colombia debe ser evaluado con rigurosidad por entes apropiados con la valoración final de la academia y las sociedades gremiales de los médicos. Seguidamente toda la sociedad debe conocer los resultados y emitir su conformidad, de acuerdo con el sentir y la experiencia. Con todo, se debe retroalimentar a los formadores de médicos y a sus fuentes de trabajo, así como imprescindiblemente al Estado.
Un aspecto ineludible es la situación institucional para ejercer la medicina de acuerdo con lo establecido por los cánones. Es absurdo continuar con el sacrificio de los médicos, impulsados por la necesidad de obtener una remuneración adecuada que le permita a él y a su familia una vida decorosa, ni más ni menos, por su honrado ejercicio.
Los inmigrantes y los colombianos graduados en el exterior deben cumplir estrictamente con los requisitos para ejercer la medicina en el país. No se deben apartar de las normas que rigen éstos aspectos; y quien evada el cumplimiento de los deberes termina en una encrucijada ética.
Existen profesionales foráneos y colombianos que se han graduado con éxito en el exterior. El camino para ellos es de diferente connotación, pero siempre serán recipiendarios, temprano o tarde, del beneplácito de la sociedad.