Diciembre 2012. La mesa de La Habana convoca un Foro Agrario en el que se presentan 546 ponencias y 411 intervenciones, con resultados entregados en enero de 2013.
Diciembre 2022. El Gobierno convoca una Convención Nacional Campesina, con 2.000 participantes que sesionan en 54 mesas. Su relatoría, de 570 páginas, incluye proposiciones diversas, unas en hojas de cuaderno y otras, extensas y sesudas, de organizaciones que se abrogan la representación campesina.
¿Qué diferencias y similitudes hay entre estos procesos que se ocuparon de lo mismo con diez años de diferencia?
El primero tuvo una intención legitimadora, exigido por las Farc utilizando a la Universidad Nacional y a la ONU. Los temas, “propuestos” por la Mesa, eran los ya negociados con el Gobierno, pues, en mayo de 2013, el punto 1 se declaró “acordado”, pero dos meses después estalló “el tal paro agrario” que no existió para Santos.
El segundo fue convocado por el Gobierno, dentro de sus compromisos de vincular a la ciudadanía al Plan Nacional de Desarrollo y cumplir la Reforma Rural Integral, y también de sus propuestas de un Desarrollo Rural verdaderamente integral y de convertir a Colombia en potencia agroalimentaria. Los temas fueron formulados por el Gobierno a partir de estas premisas, aunque en el proceso aparecieron propuestas de todo y para todo.
En resumen, el primero fue un montaje; el segundo un proceso permeado por narrativas extremas, pero democrático. Frente a las similitudes, persiste el radicalismo de colectivos ideologizados y estancados en narrativas de odio, frente a un Gobierno de izquierda, pero que entiende el valor de buscar acuerdos para la recuperación del campo.
En esa convicción se basa el suscrito con Fedegán para compra de tierras, descalificado por los segmentos radicales como la legalización del despojo paramilitar, frente al cual exigen expropiación de las tierras ganaderas.
En esa misma convicción, el presidente conversa en Brasil sobre Reforma Agraria con la capitalista y tecnificada Corea del Sur, buscando modelos exitosos, aunque unas organizaciones campesinas descalifican el modelo capitalista de “sectores como Fedegán, que ven el futuro en la tecnificación del campo, siguiendo ejemplos como Israel, Brasil o Argentina”, y añado Corea del Sur. ¡Ojalá los siguiéramos!
Mientras el Gobierno avanza en una Reforma que no se quede en la propiedad de la tierra, sino en la dotación de condiciones que la conviertan en factor de cambio, otros persisten en el odio, asociado al latifundista y a un paramilitarismo que ya no existe y del que los ganaderos fuimos víctimas, reemplazado por el narcotráfico que ni siquiera mencionan.
Los resultados son la mejor estrategia contra el odio que se atraviesa a la recuperación integral y pacífica del campo. Por ello, a pesar de todo…, no pierdo la esperanza.