En la pausa entre la ronda de negociaciones con el ELN en Caracas y la que iniciará en México en enero de 2023, y dentro de los límites que me impone la confidencialidad, compartiré algunas percepciones sobre lo sucedido y lo que está por suceder.
Fueron días valiosos para llegar a unos mínimos de conocimiento personal, de confianza y respeto mutuo, necesarios para un diálogo fluido, con avances procedimentales y resultados tempranos, representados en auxilios humanitarios para el Bajo Calima en el Valle y Medio San Juan en Chocó, donde las comunidades están desplazadas o, literalmente, sitiadas entre el fuego cruzado del Clan del Golfo y el mismo ELN. El comisionado de Paz espera las explicaciones sobre el paro anunciado ayer.
Resaltar que la condición de “piloto” de estas acciones es de gran valor para un país que necesita señales de que “sí se puede” derrotar el abandono y control narcoterrorista, a partir de la institucionalidad y presencia estatal.
Para 2023, a partir de la decisión de retomar la agenda interrumpida en 2018, el tema es la “Participación de la Sociedad en la Construcción de la Paz”, a partir de tres elementos:
1.Que sea “En función de iniciativas y propuestas, que hagan ‘viable’ la paz, en el curso y contexto del proceso”, para ir siendo implementadas sin espera a la firma de un documento final.
2.Las propuestas sean “Sobre los temas de la agenda”, una exclusividad que acota las negociaciones para que no terminen, como las del Acuerdo Farc – Santos, arreglando todo en papel y nada queda arreglado, en un documento “constituyente” y metido a la Carta del 91 por la puerta de atrás, contra la voluntad popular.
3.Dos componentes. Uno definitorio: la participación de la sociedad constituye “Un ejercicio dinámico, incluyente y pluralista”, que incorpora retos logísticos, ejercicios presenciales a nivel nacional y, acorde al siglo XXI, virtualidad. Y dos, de resultados, que “permita construir una visión común de paz que propicie las transformaciones para la nación y las regiones”, de hecho, el ELN precisa que no se trata de su visión de paz, ni la del Gobierno, sino la surgida de la sociedad civil.
La participación no es un primer punto, sino un factor común a la agenda, algo que calza con la naturaleza del ELN, más ideológica y doctrinaria, con trayectoria en trabajo de masas y banderas de lucha en lo económico, social y ambiental, aunque su violencia no haya sido consecuente con esas causas.
Queda esperar que el país responda a la convocatoria de participación, para lograr el “Acuerdo sobre lo fundamental” que permita construir la verdadera paz, la de un país que no necesite armas sino diálogo en democracia para tramitar sus diferencias.
Pero también, que el ELN sea consecuente con los anhelos de Paz de los Colombianos.