Nació en Quinchía veintinueve años antes de que se produjera la segregación que mutiló la llamada mariposa verde, es decir, cuando este municipio pertenecía al departamento de Caldas. Por esta razón, se siente caldense y, a la vez, risaraldense. Ese amor hacia estos dos espacios geográficos donde ha girado su vida como profesor universitario y, al mismo tiempo, escritor, le han hecho preocuparse por sucesos que hoy son historia para los dos departamentos. Tanto, que en su obra como historiador no demuestra favoritismo por uno de los dos. Con el mismo rigor investigativo con que aborda la historia de Caldas, lo hace con Risaralda. Sin dejar de lado, por supuesto, al otro departamento que surgió quitándole un pedazo al Caldas Grande: Quindío.
Se llama Alfredo Cardona Tobón. Su fecha de nacimiento fue el 22 de febrero de 1938. La creación de Risaralda el 1o de diciembre de 1966. Ahí están los veintinueve años en que fue caldense. De sus ochenta y cinco años recién cumplidos, cincuenta y seis los ha vivido como risaraldense. Tiene, entonces, razones para sentirse tan de Caldas como de Risaralda. A los dos departamentos los lleva en el alma. Y así como ha escrito sobre la importancia que tuvo Francisco Jaramillo Ochoa en el proceso de poblamiento de La Virginia, lo ha hecho sobre cómo los terrenos del Quindío se le entregaron en 1641 por cédula real a Juan Francisco Palomino y por qué la colonización antioqueña fue un proceso poblacional que se extendió a varios municipios del Tolima.
Alfredo Cardona Tobón es un escritor de estilo castizo, con un buen manejo de la interjección, que a veces escribe sobre historia en un tono narrativo fresco. Este ingeniero mecánico egresado de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, que tiene una especialización en Metalografía y Microscopía, que ha sido profesor de la Universidad de Caldas y la Universidad Autónoma de Manizales es un historiador que, por su manejo limpio del idioma, por la calidad literaria de sus escritos y por el dominio de los tiempos verbales hace honor a la tradición intelectual de la región. En sus libros se descubre a un autor que, para escribir sobre la historia regional, aprovecha la oralidad. Visita los pueblos para hablar con la gente y, a través de un diálogo fluido, conoce detalles sobre su historia.
Tres libros de Alfredo Cardona Tobón son indispensables para conocer parte de la historia del viejo Caldas: Quinchía mestizo, Los caudillos del desastre e Indios, curas y maiceros. En el primero se acerca a la historia del pueblo donde vino al mundo para contarnos cómo Jorge Robledo cruzó el río Cauca el 8 de marzo de 1540, cómo el oidor don Gaspar Lesmes de Espinoza llegó a este territorio en el año 1627 y cómo Juan Boussingault pisó en 1828 tierras de Quinchía. En el segundo habla sobre las guerras civiles que enlutaron a Colombia en el siglo XIX, libro que Jorge Eliecer Zapata Bonilla calificó como una gran crónica sobre la violencia política en Colombia. El tercero recoge textos sobre personajes cuya influencia ha fijado rumbos en las regiones que conformaron el Viejo Caldas.
Quiero destacar del libro Indios, curas y maiceros dos capítulos. En El senador descalzo cuenta por qué a Alejandro Uribe Botero, pariente del general Rafael Uribe, que fundó un periódico en Santuario, se le llamó así. Como luchó en la Guerra de los Mil Días en el bando liberal, prometió que si ganaban los conservadores no volvería a usar zapatos. Y cumplió la promesa: asistió a las sesiones del senado, así, descalzo. El otro es una crónica con el título En tiempos del padre Cañarte, donde narra un fusilamiento en la plaza de Cartago. Cuenta que el sacerdote fue soldado “en las campañas llaneras de la guerra de independencia”. Y que le tocó ver cuando un prisionero fue ajusticiado. En su calidad de sacerdote, él había implorado para que le perdonaran la vida. Hasta hizo sonar las campanas.
Alfredo Cardona Tobón publica sus investigaciones históricas, sus crónicas sobre personajes de tiempos idos y sus cuentos de fina factura literaria en los suplementos Papel Salmón, que circula con este diario; y Las Artes, de El Diario, de Pereira. También en la Revista Impronta, órgano de la Academia Caldense de Historia. En esos trabajos que los lectores leen no solo porque enseñan aspectos desconocidos de la historia regional, sino porque están bien escritos, los lectores disfrutan una prosa bien elaborada, donde fluye conocimiento y, sobre todo, información sobre hechos que han marcado nuestra historia. Es que su pasión por investigar nuestro pasado lleva a Alfredo Cardona Tobón a sumergirse, con alegría, en archivos donde encuentra hilos que lo llevan a descubrir sucesos importantes.