“Presencia y distancia” es el título de un poemario publicado por la secretaria de Cultura de Caldas en su colección Libros al Aire, un proyecto literario que tiene como propósito, valiéndose de los vuelos que salen del aeropuerto La Nubia, llevar la obra de nuestros poetas y escritores a otras ciudades. Una idea que debe aplaudirse, porque les brinda la oportunidad a nuevos autores de mostrar su trabajo y, al mismo tiempo, a los ya consagrados de llegarle a un público nuevo para que los conozcan. De esta colección se han publicado veintiséis títulos. Así como se ha incluido a Octavio Escobar Giraldo, a Beatriz Zuluaga, a Orlando Mejía Rivera, a Adriana Villegas Botero, a Eduardo García Aguilar y a Maruja Vieira, entre otros autores conocidos, también se ha tenido en cuenta a personas que no habían publicado libros.
El autor de “Presencia y distancia” se llama Héctor Hernando López Hincapié. Leyendo los poemas recogidos en el libro, uno descubre que es un poeta con inspiración y, sobre todo, con un lenguaje poético exquisito, donde aflora una gran sensibilidad. En este libro se revela un hombre que sabe para qué es la palabra, cómo debe manejarse y, desde luego, qué función cumple en la expresión de los sentimientos. Por esta razón, puede repetir el bello poema de Emily Dickinson que dice: “Si evito que un corazón se rompa / no habré vivido en vano / Si alivio el dolor de una vida / o calmo una pena / o llevo un desfalleciente petirrojo / de nuevo a su nido / no habré vivido en vano”. Cito al poeta norteamericano porque en algunos poemas Héctor Hernando López canta para evitar que un corazón se rompa.
“Hacer poemas es permitir que las palabras hagan hueco en nuestras vidas”, escribió alguna vez el poeta Edgardo Escobar. En el caso concreto del autor de “Presencia y distancia”, un breve poemario donde se expresa un hombre que vive las nostalgias del amor, hay poemas donde las palabras expresan con claridad el sufrimiento del alma, como si el amor hubiera hecho un hueco inmenso en el corazón. Esto se descubre en el poema que abre el libro. Héctor Hernando López, que es una voz nueva en la poesía de Caldas, dice allí: “Mi cuerpo codicioso te reclama./ Mis manos calcinadas te buscan./ ¿Cómo puedo hacerles entender que desde ayer te convertiste en sombra?”. Hay en este verso de cinco líneas fuerza expresiva, laceración en el alma, explicación de una ausencia.
La poesía existe porque tiene el poder de cantar los sufrimientos y las alegrías del alma. Es una tea que se enciende para perpetuar en el recuerdo la voz de la amada, las palabras dichas, los sueños vividos, los besos dados, las alegrías compartidas. El poeta tiene el don de embellecer con frases sentidas los momentos más sublimes. Así como le canta a la mujer, a la naturaleza, al viento, al rio, con un lenguaje nimbado de estética, lo hace al dolor de una partida, a la nostalgia por un amor perdido, a la alegría de un reencuentro. Sin ser la poesía de Héctor Hernando López grandilocuente, bañada de metáforas, ataviada con los colores del arco iris, nimbada de rosas, tiene un encanto particular, un no sé qué atractivo, un ritmo contenido que le imprime belleza al verso.
Alguien que escribe “Cuando mis manos llamaron las tuyas y ellas no acudieron/ en ese instante comprendí la síntesis de tu presencia y tu distancia” tiene que tener alma de poeta. Y para mí, después de leer con atención el libro “Presencia y distancia”, donde hay poemas que muestran el trabajo de relojería de un autor nuevo, no me queda la menor duda de que la de Héctor Hernando López es una voz que tiene consistencia estética. Todo porque en versos cortos, de cinco o seis renglones, donde hay sentido creativo, expresa sus alegrías y sus tristezas, sus desencantos y sus esperanzas, sus temores y sus verdades. Por esta razón dice: “los dos entenderíamos que el amor es posible como una iluminación y no como un destello”. Hay en esta frase certeza en lo que se dice.
Octavio Paz escribió: “El poema es lo que queda y nos consuela, la conciencia de la ausencia”. Esto lo entiende el autor de “Presencia y distancia”. El sabe que la poesía crea interrogantes, responde preguntas, cuestiona actitudes, dice verdades, aclara dudas y siembra inquietudes. Su poesía no es elemental y simple. Tiene contenido filosófico en algunos versos, firmeza en las preguntas, claridad en las respuestas. El poema de la página 30, que no tiene título, donde hace esta pregunta: “¿Cuántos millones de años necesitaste para ser piedra?” termina con otra pregunta: “¿Qué es la vida?”. Para Héctor Hernando López la vida, como la poesía, es luz, alegría y música. Por eso, mira “la muerte de frente”. Y si pasa por su lado, le dice que está “muy ocupado para atenderla”.