Cuán paradójico es el destino. Durante la celebración del año nuevo, nos preparamos para festividades majestuosas, llenas de júbilo y promesas para el calendario venidero. Juramos cambios importantes en nuestra existencia y arrojamos augurios de ventura para un nuevo ciclo. En esta fecha todo es alegría y festejo. Pero para el pueblo judío hoy no es así.
Hoy, 2 de octubre de 2024, se conmemora el año nuevo judío, que, para quienes profesan esta fe, coincide con la fiesta de Yom Teruah, también conocido como Rosh Hashaná. Es un día de celebración y reflexión, marcado por el sonido del shofar (un cuerno de carnero) y oraciones especiales. Es un momento para la introspección y el comienzo de los Diez Días de Penitencia (Aseret Yemei Teshuvá) que culminan en Yom Kipur. Los sabios rabinos, han señalado que este día no solo es una festividad asociada con el toque del shofar, sino que es una jornada profunda de introspección, juicio y arrepentimiento. El rabino Moshe Cordovero, el famoso cabalista del siglo XVI, expresa que este debe ser un periodo de arrepentimiento profundo por las acciones pasadas y el inicio de un íntimo cambio espiritual.
Aunque creemos en el mismo padre y guardamos enormes similitudes en nuestra fe, ningún pueblo en el mundo está ligado a estos mandamientos con mayor fuerza que el pueblo de Israel. Sus raíces, sus tradiciones, su cultura y, desde luego, su espiritualidad, lo vinculan de manera directa con el cumplimiento de la bendita Torah, donde el amor y la compasión deben ser la regla. En efecto, el libro de Levítico enseña que: “No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo.”. Este mandamiento lo recuerda el cristianismo en Mateo 22: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Hoy el Gobierno de Israel es responsable de una prolongada campaña militar contra células terroristas que se empeñan en sembrar sangre y destrucción en su territorio. El 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista Hamas asesinó vilmente a 1.200 hombres, mujeres y niños sin ninguna consideración. Por su parte el Gobierno de Israel ha actuado con exceso de legítima defensa, afectando por igual a hombres mujeres y niños de Palestina y Líbano, civiles que al igual que ellos, tienen derecho a crecer y vivir en paz, sin pagar por los errores de los militantes de estos grupos extremistas. La pregunta que muchos se hacen hoy es: ¿Hasta qué punto la defensa propia puede justificar la violencia desmedida? Es un dilema moral que trasciende las fronteras y las creencias.
El Corán, en su Surah An-Nisa (4:36), exhorta a la bondad y la justicia: “Sed bondadosos con los padres, los parientes, los huérfanos, los necesitados, los vecinos cercanos y los
vecinos distantes... Ciertamente, Dios no ama a quien es presumido y arrogante”. ¿Qué nos dice esta enseñanza cuando el conflicto involucra a civiles inocentes, tanto judíos como palestinos? En medio del clamor de las armas, parece que las voces de la compasión y el entendimiento mutuo se han desvanecido.
A medida que los Diez Días de Penitencia avanzan, Israel, y todos nosotros como espectadores de esta tragedia, debemos recordar que la verdadera fuerza radica en la capacidad de detener el ciclo de odio. Rosh Hashaná, más allá de ser un año nuevo, es una oportunidad para redescubrir los valores que nos hacen humanos: la empatía, la compasión y el perdón. La legítima defensa no debe convertirse en una justificación para la desproporción y el sufrimiento de los inocentes.
Hoy, más que nunca, debemos invocar esas enseñanzas que nos invitan a la paz, no solo para el pueblo de Israel, sino para todos aquellos que sufren a causa de esta guerra.
Porque el sonido del shofar, que marca el inicio del año, no debería recordar solo la grandeza de un pueblo, sino también la grandeza de la humanidad. Que en este Rosh Hashaná, las plegarias no solo sean por el pueblo de Israel, sino por todos los pueblos que, en medio del caos, buscan la paz.