Como estaba pronosticado, Nicolás Maduro parece haber orquestado el más burdo fraude electoral en Venezuela. Millones de ciudadanos acudieron a las urnas esperanzados en un cambio pacífico por las vías democráticas. Pero nada saben los dictadores de garantías electorales. Haciendo uso de las manipuladas FAB (Fuerzas Armadas Bolivarianas) y de los colectivos chavistas -que operan al estilo de una primera línea- de manera impune atemorizaron a los electores, usurparon las urnas electorales e inclusive depositaron votos a dos manos en favor del dictador chavista. Nada debe sorprendernos. Vilmente han manoseado el pueblo venezolano por dos décadas. ¿Qué más da hacerlo algunos lustros adicionales?
Pero la maldad perfecta no existe. Con el afán de dar resultados favorables, pese a que los votos los habían abandonado, confeccionaron una fábula canallesca que se desmorona debido a la imposibilidad matemática persistente. En efecto, según los resultados divulgados por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela a través de medios públicos, Nicolás Maduro obtuvo el 51,2% de los votos; Edmundo González, apoyado por Maria Corina Machado, alcanzó el 44,2%; el candidato Daniel Ceballos, el 4,6%; Antonio Ecarri, el 4,6%; José Brito Rodríguez, el 4,6%; Javier Bertucci, el 4,6%; Claudio Fermín, el 4.6%; Benjamín Rausseo, el 4,6%; Enrique Márquez, el 4,6%, y Luis Martínez, el 4,6%. Tres fallos matemáticos merecen analizarse de estos vulgares resultados.
En primer lugar la sumatoria total. Después de realizar una simple suma, el resultado arroja que a las urnas acudieron el 132,2% de los votantes. Semejante yerro equivale a expresar que en Venezuela hay un 32% más de votos que personas hábiles para votar o, en otras palabras, que la suma total de votos en favor de cualquier candidato, incluido Nicolás Maduro, fue un 32% superior que los votos que efectivamente obtuvo en los comicios electorales. Per se, esta inconsistencia teje una sombra de duda de un calibre tal que amerita un recuento total de los votos de manera individualizada y con veeduría internacional.
Como segundo aspecto merece destacarse la imposibilidad matemática de que 8 candidatos hayan obtenido el 4,6%. Imaginemos la complejidad de coordinar y distribuir los votos de manera equitativa entre tantos candidatos. Es prácticamente imposible que 8 individuos obtengan exactamente el mismo porcentaje en una elección real. La probabilidad de que 8 candidatos alcancen el 4,6% exacto es extremadamente baja, y en la práctica, sería un evento altamente improbable o imposible debido a las variaciones naturales en las preferencias de los votantes y la complejidad del proceso electoral.
Ausencia de votos nulos o en blanco. Los comicios de Venezuela alcanzaron mas de 10 millones de votos depositados en las urnas y de ellos no se reportó ningún voto nulo o en blanco. Según cálculos estadísticos, la probabilidad de que no haya votos nulos o en blanco es del 0.00001%, lo que es prácticamente imposible.
Tres imposibles matemáticos evidencian que el sistema electoral venezolano, del que la izquierda se había ufanado por décadas, en realidad se encuentra corroído en sus entrañas y no garantiza transparencia en una democracia vívida. Urge el recuento de los votos, uno a uno, y ampliar la cobertura para que cada ciudadano venezolano en medio de una vil diáspora internacional, pueda decidir su nuevo presidente. Mientras tanto, solo podemos decir que los resultados publicados por el CNE de Venezuela, son matemáticamente imposibles.