En las últimas semanas hay un nombre que se repite a lo largo y ancho del mundo: María Corina. Una mujer que con empeño, carácter, voluntad, creatividad y valor ha dejado en evidencia la brutalidad del chavismo poniendo a esa cuadrilla en su peor momento desde que llegaron al poder. Ellos sabían con quién se enfrentaban, por eso la inhabilitaron para que no pudiera ser candidata. Lo que no sabían era que ella tenía plan a, b, c, d y seguramente muchos más hasta completar el abecedario.
Esta mujer, madre cabeza de familia, con tres hijos, católica, ingeniera industrial, especializada en Política Pública en la Universidad de Yale, es hoy un referente en el que se conjuga lo tradicional con lo moderno, y todo, apuntalado con unas convicciones que le dan una fuerza que sorprende a sus aliados, pero sobre todo a sus adversarios.
Es impresionante ver su figura menuda desde una tarima improvisada, arropada por multitudes que la miran emocionadas porque ven en su silueta ligera el símbolo de sus esperanzas, sus anhelos, sus posibilidades de lucha y sus expectativas de futuro. María Corina encarna la reciedumbre de un pueblo que ha sido aplacado por la fuerza, pero que no ha sido vencido. La espontánea reacción de millones de venezolanos de salir a votar, de sumarse a defender el voto y de mantenerse en la lucha, evidencia la vitalidad de un pueblo al que no ha podido doblegar la tiranía.
Aunque quisiera decir que María Corina no es una excepción, ni una anomalía de la naturaleza, por el contrario; es la encarnación de esa voluntad inquebrantable que vemos a diario en tantas mujeres que nos rodean. No hay sino que mirar comunidades, barrios, hogares, emprendimientos, universidades o campos deportivos para descubrir infinidad de referentes femeninos que luchan a diario, en contra de adversidades adicionales a las de los hombres, y que logran superar los obstáculos con disciplina, voluntad, carácter, imaginación y una fuerza que no se sabe de dónde salen, pero terminan emergiendo e imponiéndose sobre los obstáculos que le atraviesan.
No existe familia que no haya sido testigo de la fuerza invencible de una abuela, una madre, una esposa, una hermana o una hija. Nuestros entornos están llenos de esas historias. Mujeres que sacan adelante a sus hogares, sus comunidades, o como en el caso de María Corina, a sus países.
El mundo fue testigo del liderazgo femenino durante la pandemia, cuando países liderados por mujeres mostraron mayor capacidad de acción y de resultados, que aquellos dirigidos por hombres. Eso es algo que hay qué analizar. Sobre todo en un país como el nuestro, en el que se vaticina que la próxima contienda electoral será una confrontación democrática entre mujeres, pues hay 5 o 6 candidatas con posibilidades de éxito que se aprestan a competir por la Presidencia de la República.
Colombia debe prepararse para vivir vocerías nacionales con la fuerza, la sensibilidad, el compromiso, la capacidad de gestión, la intuición y el carácter invencible de una mujer. Estoy segura de que, como en el caso de Venezuela, quedaremos sorprendidas de esa potencia de cambio y de convocatoria que el mundo está viendo hoy con María Corina.