A un mes de inicio de este Gobierno y con la revisión de cómo se recibió la Administración municipal después del empalme que se hizo desde noviembre pasado, quedó claro, como lo habíamos anticipado desde nuestros debates de control político, que Manizales no va bien. Esto suena como una obviedad, ya que bastaba con salir a las calles en el Gobierno anterior para evidenciar los problemas que teníamos, huecos, congestión vehicular, obras inconclusas, entre otras. Sin embargo, al realizar una revisión más detallada, podemos darnos cuenta de cosas más graves.
Algo que habíamos anticipado desde el año pasado, y es que la Línea Tres del Cable Aéreo tendrá un sobrecosto de más de 50 mil millones de pesos, esta obra pasó de costar 152 mil millones a 205 mil millones de pesos aproximadamente; y por más que Carlos Mario y su gente decían que este proyecto estaría completamente terminado para julio de este año, nosotros ya habíamos anunciado que por los retrasos que presentaba esta obra, su entrega sería para marzo del 2025. Hoy el tiempo nuevamente nos da la razón.
Sin embargo, esto no es lo único preocupante, pues como ya lo hemos dicho así se culmine esta obra y no se convierta en un elefante blanco, sino se acompaña de un Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) no tendrá los beneficios deseados para la comunidad, porque al final del día no tendrá la capacidad de mover 20 mil pasajeros para que pueda ser sostenible. Pero esto no es lo peor que nos dejó el huracán Marín. Aguas de Manizales, que es la joya de la corona y un orgullo de los manizaleños, tiene un endeudamiento nunca antes visto, todo por problemas administrativos y de mal manejo de muchas personas inescrupulosas que allí trabajan y que hoy quieren atornillarse en el cargo, seguramente por instrucciones de Carlos Mario Marín quien fue el que los nombró en dichos puestos.
A corte del 31 de diciembre del 2023 la empresa cuenta con un pasivo financiero de 186.239 millones, que equivale a un nivel de endeudamiento del 60%, siendo muy alto si se compara con otras empresas de la misma índole que tienen niveles entre el 15% y el 30%, pero además tiene un servicio de la deuda para 2024 de 45 mil millones de pesos, que representa el 41% de la facturación anual de la empresa. Con este panorama, solo un milagro y un plan de choque bien hecho por la nueva Gerencia podrán salvar la empresa. A esto se le añade el fracaso de la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), en la que Fypasa, al igual que en otros proyectos de Colombia e incluso de latinoamericana, incumplió con la ejecución del contrato de esta importante obra. No solo dejará un detrimento patrimonial por la no devolución de los 29 mil millones de pesos de anticipo que se les dio, sino que ya llevamos dos años más de la fecha estipulada para entregar esta obra, mientras que las fuentes hídricas se siguen contaminando.
El Gobierno actual tendrá que asumir grandes retos este 2024, el principal de ellos será resarcir un poco los perjuicios ocasionados por la nefasta Administración de Marín y generar confianza en la ciudadanía.