Lo que sucedió con la médica residente de la Universidad Javeriana, Catalina Gutiérrez Zuluaga, que después de aguantar maltrato por parte de sus jefes y compañeros de turno se terminó suicidando, debe prender las alarmas para cuidar, pero sobre todo para vigilar las maneras de cómo están siendo tratados los funcionarios públicos en nuestro municipio, esto porque en Manizales también sucede, quizá con consecuencias menos graves, pero igual de preocupantes como lo que pasó con Catalina.
En la administración pasada hubo diferentes quejas y denuncias sobre presuntos acosos al que fue sometido personal de diferentes secretarías y entes descentralizados del municipio. El caso más sonado fue el de la Lotería de Manizales, donde los mismos funcionarios denunciaron ante la Personería, y con valentía fueron al Concejo para dar sus testimonios sobre los presuntos abusos que estaban viviendo. Esto dejó como resultado una sanción, cerca de 50 millones y una inhabilidad por cuatro meses para el ejercicio de funciones públicas, al exgerente de esa entidad.
También se conocieron otros presuntos maltratos en diferentes secretarías, como por ejemplo en la de la Mujer y Equidad de Género, que también fueron abordados por los entes de control y el Concejo; pero hubo algunos que no fueron muy sonados, debido al miedo de quienes lo sufrieron que no quisieron hablar, como algunos comunicadores que expresaron ser víctimas de abuso, pero por miedo de perder sus empleos y por las amenazas reiteradas de las represalias que podrían tomar con ellos, guardaron silencio y solo unos cuantos nos dimos cuenta de esta situación.
Hoy, en esta nueva administración hay presuntos acosos laborales en diferentes entidades; ya hemos denunciado lo que pasa en ASSBASALUD, pero hay otros hechos en algunas secretarías y también muchos ruidos de tratos despreciables por altos mandos de este municipio para con quienes trabajan con ellos, metiéndose con su aspecto físico, su forma de vestir o de cómo se expresa.
Nadie debería aguantarse ni callar un abuso o acoso, guardarse eso puede traer consecuencias lamentables como lo que pasó con la médica Catalina, o en otros casos somatizar esos silencios en enfermedades y estrés futuro que afectan su vida profesional y familiar. El miedo es el principal factor para quedarse callado, miedo a perder su estabilidad económica y laborar, miedo a ser revictimizados por sus jefes y compañeros, miedo a exponer sus intimidades frente a otros y ser estigmatizados por la sociedad. Por supuesto denunciar esto siempre será difícil.
Escribo esta columna porque creo que nadie debería aguantarse el maltrato y acoso laboral, y aunque pueda parecer de Perogrullo, muchas personas en la actualidad se aguantan todo tipo de vejámenes, sobre todo en lo público, que es lo que conozco, por gratitud a un puesto que les dieron, por miedo, o por no “cerrarse las puertas” de lo público en el futuro.
Esas personas o a cualquier otra que esté leyendo esto, les digo que siempre estaré en disponibilidad para ayudar o denunciar estos actos, ya sea ante un ente de control o en el mismo Concejo, porque creo que lo público debería ser un espacio seguro y con las mejores condiciones para trabajar.