Nadie puede negar la importancia que ha representado, desde el punto de vista económico, el auge de los “pequeños giros” que hacen cada mes los colombianos que emigraron por razones económicas, de violencia/seguridad o, sencillamente, por la necesidad de encontrar mejores oportunidades para su crecimiento personal y familiar. Se calcula en alrededor de 4.700.000 los colombianos que viven en el exterior, según el Ministerio de Relaciones Exteriores. Lo cierto es que estos compatriotas que emigraron para encontrar oportunidades de empleo han venido incrementando, año tras año, los giros hacia Colombia. Hace 20 años, en el 2003, los giros superaron ligeramente los 3.000 millones de dólares; hace 10 años, en 2013, alcanzaron 4.401 millones de dólares; pero en 2023 la cifra fue realmente sorprendente, pues alcanzó 10.091 millones.
Una de las razones que podría justificar el tremendo auge en las remesas tendría que ver con el cada vez más elevado número de personal calificado que ha emigrado, la mayoría jóvenes que no encuentran un espacio laboral adecuado en Colombia. Mientras que 20 años atrás los trabajos que en su mayoría desempeñaban los colombianos en el exterior no exigían ningún grado de escolaridad, tales como cuidado de niños o ancianos, servicio doméstico, hostelería, trabajo sexual, servicios en hoteles, entre otros, la realidad es que en los últimos años Colombia ha perdido una gran cantidad de jóvenes con un alto nivel de preparación, tras la promesa de un mayor nivel de ingreso en el exterior. Y lo triste del asunto es que frente al desolador panorama que ofrece nuestro país (política, económica y socialmente hablando), este fenómeno se acentuará y serán muchos los “cerebros fugados” que seguirán erosionando no sólo la cantidad sino la calidad de nuestra fuerza laboral.
Si hacemos un ejercicio simple para calcular el promedio mensual de giro de remesas, con base en 4,7 millones de colombianos residentes en el exterior y 10.091 millones de dólares anuales de remesas, encontramos que la cifra mensual promedio es de 179 dólares, lo que, a una tasa de cambio promedio de $3.800, representa un ingreso mensual promedio de $680.200 para cada una de las familias de este lado de la frontera.
Y aunque no se conoce una cifra oficial del número de emigrantes discriminada para cada uno de los departamentos de Colombia, resulta razonable inferir que si en el año 2023 nuestro departamento de Caldas recibió remesas cercanas a los 400 millones de dólares, según cifras oficiales del Banco de la República, en el exterior deberían vivir cerca de 186 mil caldenses (o cuando menos connacionales con familia aquí), lo que llevaría a suponer que igual número de familias caldenses estarían recibiendo cada mes los ´dolaritos’ para satisfacer sus necesidades básicas. Se imaginan ustedes ¿qué sería hoy de aquella población, y de la economía caldense, si no se contara con dichos ingresos?
Para tener un orden de magnitud más claro de lo que representan las remesas para Colombia (y para Caldas en particular), conviene tener presente dos hechos puntuales: i) mientras que las exportaciones de café colombiano totalizaron en 2023 la suma de 2.792 millones de dólares, las remesas casi cuadruplican dicho valor; y ii) mientras que las exportaciones totales de Caldas (excluyendo minero energéticas) sumaron 944 millones de dólares en 2023, las remesas recibidas, como quedó atrás dicho, alcanzaron 400 millones.
Son pues las remesas unas “exportaciones silenciosas” que cada vez ganan mayor protagonismo en la economía colombiana y que, paradójicamente, mientras más deteriorada esté la situación en nuestro país (en lo político, económico, social y seguridad) mayor será el recaudo de este rubro. ¡Triste realidad!