La Revolución de la Vivienda fue una consigna que diseñamos desde los anhelos de proponer una causa que poco se había asumido desde lo gubernamental y, en los tiempos de una reactivación global que fue lenta y difícil, logramos poner en perspectiva el proyecto desde una estructuración seria, segura y, por demás, necesaria para la integralidad del mismo.
Entre las complejidades encontradas asumimos los problemas de gestión predial de los territorios, el licenciamiento completo de todos los modelos y la activación de trabajo en equipo con los Alcaldes, quienes coinciden hasta hoy en la necesidad de darle prioridad a la vivienda como eje de transformación, dignidad y desarrollo.
De esta forma, mientras se conquistaba la felicidad en pequeños terruños del campo llevando viviendas a la profunda ruralidad caldense, también impulsábamos la solidaridad como bastión para cumplir el deseo de unión en las bloqueras comunitarias, donde las manos de los beneficiarios son el principal motor.
Sin embargo, nuestra meta de tener 1.000 viviendas se encontró con la modificación por parte del Gobierno nacional con la política de Mi Casa Ya, la cual sustenta el 30% del cierre financiero de este proyecto.
Esas dificultades que poco a poco han sido estudiadas y ajustadas para la entrega eficiente de subsidios y la distribución de los mismos con priorización en ciudades diferentes a las capitales también han sido un verdadero desafío, no obstante, seguimos trabajando articuladamente en una solución solvente para todos.
Pese a los obstáculos, nos hemos mantenido laboriosos, gestionando soluciones, abiertos y transparentes con los mandatarios municipales, a quienes les reiteramos la gratitud por su constancia en el sueño conjunto.
Hoy, cuando hemos llegado al mes 44 de gestión, estamos firmes en nuestra bandera y pensando en dejar el camino despejado, porque hay un fin supremo de generar buen vivir a partir de lo que algunos llaman “casitas”, pero que para quienes las habitan son verdaderos tesoros.
Nosotros no vemos puntos finales en esta Revolución, vemos obras en proyección, por eso, con la sinceridad institucional que nos ha caracterizado, podemos pensar en la entrega de 1.232 casas al 31 de diciembre de este año.
Estamos sólidos y así lo vemos en los comparativos de hábitat de Caldas en los últimos años, donde encontramos que en este histórico se ha crecido. En la administración que concluyó hace ocho años hubo 727 nuevos propietarios; a finales de 2019 fueron entregadas 853 nuevas viviendas, mientras que la proyección que hoy tenemos con miras a finales del 2023 (1.232) nos representa un crecimiento del 44% en comparación con el Gobierno 2016-2019 y del 69% con la administración 2012-2015.
Mil Viviendas es un propósito institucional que contempla vivienda en el campo, bloqueras comunitarias, mejoramientos de viviendas y titulaciones; ningún proyecto más grande que el otro, porque la finalidad es la misma: propender por unos nuevos caldenses que -a partir de su techo digno y propio- entiendan que siempre hay esperanza.
Los indicadores son definitivos en un gobierno, por eso con los nuestros buscamos impactar a 3.511 familias en todas las modalidades de hábitat.
La vivienda es un bien aspiracional que no puede convertirse en herramienta para los calendarios electorales, más sabiendo que quien me suceda podrá cortar las cintas y abrazar la piel de los 2.300 nuevos propietarios de viviendas que quedan causadas.
Aquí no hay vuelta atrás, y con la misma energía de la campaña y del primer día frente a los destinos de Caldas, seguiremos dejando el alma por una Revolución que sigue en construcción.