El Vaticano promulgó, a finales del año pasado, una declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre la bendición de parejas en estado irregular (divorciados que reinician una relación) y para parejas del mismo sexo. Se trata de la declaración Confianza Suplicante, sobre el sentido pastoral de las bendiciones, que, manteniendo la doctrina tradicional sobre el matrimonio, da un desarrollo interesante sobre el sentido y práctica pastoral de las bendiciones y con ello le da respuesta a la necesidad pastoral de darle acogida a muchas personas que de otra manera quedarían excluidas de la vida pastoral de la iglesia.
Lo primero que hay que señalar es que la nueva reglamentación del Vaticano no cambia la doctrina tradicional sobre el matrimonio, considerándolo únicamente como “una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos” y en este contexto “las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano”. Sin embargo, el documento plantea la posibilidad de la bendición, gracias a la ampliación y enriquecimiento de su sentido. Esta solución es la manera de dar vida a la caridad pastoral solicitada por el Papa y que le da cauce a la “fuerza incondicional del amor de Dios”.
Estas bendiciones se convierten en “un mensaje positivo consuelo, atención y aliento”. Expresa el abrazo misericordioso del Señor. “Reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo”.
Así el ministro de la bendición “podría pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad”.
Este camino abierto por el Vaticano permite inclinar la balanza más hacia la misericordia. Y no es que se pretenda legitimar situaciones, sino la posibilidad de pedir ayuda al Señor para vivir mejor. Reiteradamente el documento habla de la prudencia y sabiduría pastoral de los ministros para poder, en cada caso, buscar la mejor manera de hacerlo, pero siempre buscando no escandalizar.