La palabra purgar, en sentido político, se entiende como la “remoción de personas consideradas peligrosas o indeseables por parte de los líderes de un gobierno u otra organización política o religiosa”. Las purgas sí que son conocidas en los sistemas totalitarios, allí, donde ven fantasmas en todas las esquinas por su paranoia e inseguridad, sí que son utilizadas. Esto es lo que Kant siempre criticó, cuando señaló que nos debíamos tratar unos a otros no solamente como medios, sino como fines en sí mismos. Dándole relieve a una práctica del cuidado de los demás. Ahora bien, para Petro poco o nada importa esto, procede como un técnico electricista con los fusibles de una subestación, sencillamente quemados y los cambia.
Conjugar el verbo purgar es una herramienta muy valorada por los autoritarios. Petro la usó bastante antes de cumplir su primer año de Gobierno cortando las cabezas de José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López, principalmente porque tenían independencia, juicio propio y carácter para plantarse cuando no les parecía adecuada una política u orden presidencial. Ahora lo ha hecho con la directora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora, quien osó criticar la manera como el presidente y el canciller han manejado el lío de la licitación de pasaportes. Y ahora, esta semana que terminó, decidió salir nada más ni nada menos que de uno de los principales funcionarios que combinaban la perspectiva de izquierda con la academia y la gestión. Se trata de Jorge Iván González, quien se desempeñaba como director del Departamento Nacional de Planeación. En efecto, Jorge Iván González quien, con una carrera muy importante en el mundo académico y social, había llegado en la madurez de la vida a la dirección de Planeación Nacional, cayó en la última purga de Petro. Tramitó el Plan Nacional de Desarrollo, “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, con la metodología novedosa de los diálogos territoriales que, si bien no fueron tan ordenados ni efectivos, sí le dieron una transformación a la manera de construir los planes. Pero parece que el Gobierno ha caído en una crisis de paranoia y decidió hacer una purga y sacó a Jorge Iván por no dejar pasar por encima de la normatividad del presupuesto nacional con el decreto que finiquita su proceso para poderlo ejecutar.
También le endilgaron a González que seguía trabajando con la tecnocracia y con un aditamento que exacerbó y encolerizó a Petro, que algunos de ellos venían de tiempo atrás vinculados a Planeación. Qué miopía, como si no conociera el presidente la importancia que tiene la burocracia técnica en la estabilidad de los procesos del Estado. Que vaya a Francia y vea cómo es la cosa, estos funcionarios siempre permanecen, para ello está concebida la carrera administrativa. Les duele conectarse con lo que se venía haciendo en gobiernos anteriores, pero la realidad es que había compromisos de la Nación, que están por encima de los gobiernos particulares. En un país con tantas necesidades hay que conjugar debidamente lo político con lo técnico, pero buscando la mejor combinación de ambos, pues de lo contrario caemos en el peor de los mundos: el populismo puro y duro. Muy triste que el Gobierno muestre esta incapacidad de diálogo con lo técnico, lo académico, lo serio, y termine echando a uno de los mejores funcionarios del equipo. Para un gobierno es fundamental tener pluralidad para que a su interior se purifiquen las ideas y se acrisolen las propuestas de política pública. Es gravísimo tener unanimismos, embrutecen y vuelven estériles los equipos de trabajo.