La transición energética que ha impuesto Petro en Colombia se diferencia de la transición que los mismos países del Golfo Pérsico están implementando, pero especialmente por sus resultados. Ambos hablan de transición, ambos hablan de paz, ambos hablan de industrialización y de turismo. Se diferencian en que en vez de reducir la producción están aumentando la producción, porque saben que el tiempo de los combustibles fósiles tiene fecha de vencimiento en el mundo, y están utilizando los ingresos de esas ventas para financiar las nuevas estrategias económicas que esperan tener listas para el nuevo tiempo. Pero en lo que más se diferencian es en los resultados que están dando.
Arabia Saudita está liderando una transformación que se espera sea muy importante para el Medio Oriente, están logrando pasar de una región muy inestable políticamente a una donde reine la calma y permita un desarrollo que brinde futuro a los países del Golfo Pérsico. ¿Cómo lo están haciendo? De una parte, buscan pacificar la región, alejarla de las presiones de las extremas ideologías, planteando la transición energética hacia el gas, las energías renovables, y focalizando la prioridad de los países en el desarrollo económico. Evidentemente, los acuerdos de paz con Israel y la articulación con Irán serán claves en este proceso. Por eso es que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Muhammad bin Salman, dice que la nueva narrativa del Golfo es que será la nueva Europa y que el próximo renacimiento será en Medio Oriente. Tres van a ser sus palancas futuras: Las nuevas energías, entre ellas el hidrógeno y la energía solar; la industrialización generadora de buenos puestos de trabajo; y el turismo que esperan multiplicar exponencialmente. Así se están preparando para la época post-combustibles-fósiles. ¿Qué podríamos aprender de ellos?
Petro ha planteado la paz total, pero ha resultado ser el inicio de la guerra total. Lo que está ocurriendo en estos días en el Cauca es bien complejo; la disparada del secuestro en el último año es más que preocupante; el aumento de los cultivos de uso ilícito sigue imparable. En fin, la anhelada paz total está naufragando para pesar y dolor de todos los colombianos. De otra parte, la terquedad en la reducción de la nueva exploración de petróleo y gas, está colocando al país en un riesgo de desabastecimiento en el futuro, lo que sería realmente una tragedia para el país. El proceso de reindustrialización que fue planteado en el Plan de Desarrollo está por verse, pero la estigmatización que reiteradamente hace el presidente del sector privado se convierte en el mayor obstáculo para la implementación de este proceso. La evolución del turismo es positiva, pero no en la magnitud requerida y está siendo puesta en peligro por la misma situación de inseguridad y violencia. Es decir, los resultados parecen no estarse dando. La falta de planeación y la improvisación están pasando la cuenta de cobro: los resultados no se ven y difícilmente se van a ver…
Es tiempo aún de rectificar el camino. Es tiempo de aunar todos los esfuerzos, antes que dividir y polarizar. Es tiempo de colaboración y humildad, no de soberbia ni de mesianismos. Es tiempo de lanzar hacia adelante al país y no por el despeñadero.