“El periódico de Casa” está hecho de historias. No sólo de las que por más de 100 años ha registrado en sus páginas de la ciudad, la región, el territorio…, sino también de las historias de adentro, de la familia Restrepo. Las historias, las ajenas y las propias, forman el carácter, el comportamiento; son parte esencial de la cultura y del cultivo de la humanidad. Por eso, no es posible olvidar a José Restrepo Restrepo cuando compró el periódico en 1940, diciendo que le había tomado gusto al periodismo y que sentía que debía prestarle un servicio a la sociedad caldense. Tampoco a Alejandro y a Luis José Restrepo; ni a Luis Felipe Gómez Restrepo; y ahora, muchísimo menos, a Nicolás Restrepo Escobar. “Todos a una…” fueron, con sus propios saberes, experticias, vivencias, sentimientos, emociones… contribuyendo con la historia del desarrollo local, el económico y el cultural.
Nicolás continúo por la senda de mantener informados a los caldenses. Pero no se quedó ahí, continuó abriendo la línea editorial y le amplió los horizontes a un periodismo más contemporáneo que debía, sí o sí, aprovechar las herramientas que proporciona la tecnología. Cumplía así con el sagrado deber periodístico de defender la libertad de expresión y la diversidad informativa. Nicolás sabía del inmenso valor del periódico, del inmenso valor de la empresa de su familia. Poco después de que asumió la dirección del periódico aprendió que el valor no es otra cosa que la producción de bienes y servicios. Reconocía que el “periódico de casa” les era -les es- muy útil a los caldenses. LA PATRIA creaba -y crea- valor para la sociedad caldense (y por extensión para el país). Por eso, aprovechó todo lo que había per se en el periódico: recursos humanos, físicos e intangibles.
Nicolás también sabía que si bien la información mediática responde a los intereses de lectores que desean saber los hechos inmediatos, también era menester hacer esfuerzos para que los ciudadanos encontraran en el periódico una información que permitiera contar historias, con todo y lo complejo que estas son, y que superan en mucho a la simple noticia. De ahí la importancia que le dio, por ejemplo, a los foros de ciudad cubriendo una variedad de asuntos fundamentales para la región.
La historia de LA PATRIA es toda una narrativa. A nuestro juicio, Nicolás, como buen heredero de quienes iniciaron, hace ya 102 años, este fatigante camino, sabía que las narraciones debían convertirse en acontecimientos que contribuyeran a transformar las cosas, y que no podía hacerlo solo. El complejo trabajo del oficio periodístico es el resultado de un proceso en el que aparecen muchas personas, distintos actores, con diversidad de pensamientos y sentires. Y siempre estuvo atento a dirigir, con prudencia y sensatez, a todos: al equipo periodístico, al de producción, al comercial y al administrativo para transformar la cultura y el pensamiento de los caldenses. La región caldense es LA PATRIA; LA PATRIA es la región caldense.
Todo esto fue Nicolás. Ahora es una Historia. Físicamente ya no está. Pero hay algo que la muerte no sabe y es que no puede llevarse con ella los afectos, las miradas, las sonrisas, las angustias y experiencias, las ideas y las palabras del amigo Nicolás. Y nuestro mayor reconocimiento al hijo, al padre, al esposo, al hermano, al primo, al director es seguir sus huellas. La gran pregunta que quizás debiéramos hacernos es ¿qué aprendimos de Nicolás?
Un abrazo a toda la familia.