El 3 de septiembre de 2022 el municipio de Supía vivió uno de los capítulos más tristes de su historia, una emergencia sin precedentes que dejó por lo menos 1.200 familias damnificadas debido al desbordamiento del río Supía y las quebradas Rapao, Grande y Rodas. Recuerdo que sobre las 7:14 p.m. recibí la llamada del comandante de Bomberos, informándome acerca de la inundación, de inmediato con el equipo de la Alcaldía nos desplazamos a uno de los sitios más críticos encontrando un panorama desolador, el agua se había llevado todo.
Las familias se me acercaban y con angustia me preguntaban: “alcalde, ¿qué vamos a hacer sin ropa, sin comida, sin enseres?, ¿dónde vamos a dormir esta noche?”, mientras el olor a lodo impregnaba todas las calles y continuaba lloviendo. Además, recibimos el reporte de afectaciones en la zona rural, habían colapsado los puentes que comunican a las veredas Murillo y La Quinta.
El contexto no podía ser peor, rápidamente se activaron todos los protocolos, teníamos que hacer un trabajo técnico muy riguroso, sin descuidar lo más importante: la gente. Al día siguiente recibimos la visita del entonces director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Javier Pava, quien se comprometió a brindar ayuda, la cual, dos años después, no ha llegado. La Gobernación de Caldas y Corpocaldas hicieron presencia y nos acompañaron en el diseño del plan de acción específico para atender la emergencia y los damnificados en la declaratoria de calamidad pública.
Una vez calculados los daños, encontramos que la situación sobrepasaba las capacidades técnicas, operativas y sobre todo financieras del municipio, por lo que tuvimos que recurrir al Gobierno nacional. Decidimos presentar un proyecto ante la UNGRD, entidad que estaba estrenando como director a Olmedo López; sin embargo, después de varios meses de insistir, este funcionario nos cerró las puertas, siendo indolente con todas las familias y aprovechando la situación para obtener beneficios electorales. Dos años después, puedo decir que Dios esclareció los motivos de su negligencia, lamentablemente estaban dedicados a favorecer a los corruptos.
Sin embargo, en la actualidad los campesinos siguen sin los puentes, el río continúa sin obras de mitigación y gran parte de las viviendas en el casco urbano todavía están en riesgo de inundación y no se cuenta con el Sistema de Alertas Tempranas (SAT); a pesar de que ya existe una sentencia judicial que obliga a las entidades a realizar actuaciones que preserven la vida de los supieños. Con gran esfuerzo, logramos construir los estudios técnicos para las obras de mitigación que requiere el río Supía y sentamos las bases para la construcción del Plan Básico de Ordenamiento Territorial (PBOT), documentos entregados a la actual Alcaldía.
Se cumplieron ya dos años de la emergencia, quedará por siempre en mi memoria la forma en que los supieños logramos superar esta adversidad. Mi agradecimiento y admiración a todos aquellos que han ayudado de manera desinteresada, mi solidaridad con todas las familias afectadas y continúo con mi compromiso de encontrar verdaderas soluciones, porque Supía demostró que es el ave fénix caldense, y como me dijo un estudiante campesino: “el agua se llevó todo…menos la esperanza”.