“Dos monjes caminaban por el bosque de regreso al monasterio. Cuando llegaron al río, una mujer joven y atractiva, lloraba cerca de la orilla. El más anciano le preguntó: - ¿Qué te sucede? Ella respondió que su madre estaba enferma y sola en casa al otro lado del río y ella no era capaz de cruzar porque la corriente era muy fuerte y la arrastraba, tal vez no volvería a ver su madre; sin embargo, ellos -los monjes- podrían ayudarla. El más joven le dijo que lamentablemente la única forma de ayudarla era cargarla para atravesar el río, pero que, por sus votos de castidad no podían tener contacto con el sexo opuesto. Mientras la mujer seguía llorando, el monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y le dijo a la mujer que subiera en sus hombros. Con bastante dificultad el monje cruzó el río, seguido por el más joven. Al llegar al otro lado, la mujer se inclinó en gratitud y humildad, tomó sus ropas y corrió hacia el pueblo. Los monjes retomaron el camino al monasterio; diez horas después y poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano:
– Maestro, sabéis mejor que yo de nuestro voto de abstinencia. No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer todo el ancho del río. El anciano respondió: - Yo la llevé a través del río, es cierto, pero tú la sigues cargando sobre tu cabeza” (Idries Shah).
Comienza un nuevo año y tal vez quisiéramos que fuera mejor, al menos eso dicen los mensajes que enviamos y recibimos para año nuevo; probablemente son las intenciones que tenemos para iniciar el nuevo camino. Cuántas veces lo hemos hecho y, a medida que pasan los días del nuevo año, parece que las buenas intenciones se desvanecen y volvemos a lo mismo. Soltar, cerrar ciclos y cambiar no es tan sencillo, tiene un costo, que no siempre estamos dispuestos a pagar; queremos quedarnos en la zona cómoda a la que, aunque no sea agradable e inclusive cause daño, ya estamos acostumbrados; como reza el viejo dicho: ‘Mas vale malo conocido que bueno por conocer’.
¿Por qué cuesta? Tal vez porque para dejar ir necesitamos mirarnos a nosotros mismos y reconocer lo que ya no sirve, lo que no funciona, lo que nos hace daño. Un ejercicio que puede ser doloroso, pero sin duda necesario. Cuántas personas se quedan estancadas en situaciones dañinas por la vergüenza de reconocer que se equivocaron, o por miedo a no ser capaces de enfrentar la vida de otra manera, o por lo que otros vayan a pensar. ¿Qué pasa si nos equivocamos? Lo peor que puede pasar es que aprendamos. Desafortunadamente, el error es muy mal visto en una sociedad que educa para el éxito, el control y la perfección; hay mucho miedo a ser insuficientes, a no ser capaces de lograrlo; esto lleva a vivir estresados buscando la felicidad en tantas cosas fuera de nosotros. El resultado es cansancio, sensación de vacío, y en ocasiones, pérdida de la salud.
El objetivo no debería ser la perfección sino la humanidad, lo que equivale a reconocer que somos vulnerables y nos podemos equivocar. Efrén Martínez, PhD en psicología, especialista en logoterapia, habla de la importancia de reconocer el error favorito; algo que dolió mucho en algún momento de la vida, pero que nos permitió aprender y avanzar ¿Cuál es su error favorito? El mío fue dejarlo todo, casarme con un adicto e irme a vivir a la selva; una experiencia llena de luces y sombras, algunos momentos felices y otros muy dolorosos; tal vez no fue la mejor elección, pero sin duda agradezco todos los regalos, los que venían en papel de regalo y aquellos que no. Seguir adelante, después de vivir experiencias traumáticas requiere dejar de culpar a otros; tener humildad para aceptar que nos equivocamos y pedir ayuda; y valentía para atrevernos a empezar de nuevo, aún sin saber si vamos a lograrlo.
Lo primero que deberíamos hacer, y es mi invitación para este comienzo de año, es preguntarnos si de verdad queremos cambiar y estamos dispuestos a hacer algo para que suceda. A veces queremos que las cosas cambien, pero seguimos haciendo lo mismo que nos trajo hasta aquí. ¿A qué estamos dispuestos a renunciar? ¿Qué riesgo vamos a correr? ¿Estamos listos para pasar por el dolor que implica soltar lo viejo? ¿Cuál es ese regalo que le deja su error favorito? ¿Cómo quiere comenzar este nuevo capítulo en su vida?