“De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa, y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades”. Mario Benedetti
Tal vez algunos quisieran tener una fórmula mágica para controlar sus emociones y especialmente para calmar la ansiedad. Como decía en mi columna anterior, las emociones no se controlan, tampoco considero útil decir que hay emociones negativas. Las emociones son señales que vienen a decirnos que necesitamos hacernos cargo de algo, lo que es negativo o dañino es no reconocerlas y dejar que ellas se hagan cargo de nuestra vida. Es lo que pasa cuando, como dice Francesc Torralba -profesor, escritor, filósofo y teólogo español- nos enfocamos en producir, consumir y escapar.
¿Por qué no paramos? Tal vez porque es más fácil o más cómodo vivir en automático haciendo lo que otros, el jefe, el profesor, los padres, la pareja, los amigos, las redes, esperan que hagamos, lo que se convierte en la mejor disculpa para escapar y decir que no tenemos tiempo para nosotros, pero, ¿de verdad no tenemos tiempo? O, ¿será que no lo consideramos importante? Alguien podría pensar: “Si le digo al jefe que no me siento bien -interiormente- tal vez crea que soy cursi o ridículo”. Más ridículo -grotesco, absurdo, anómalo- es no dedicar tiempo para nosotros, pensar y vivir como si solo importaran los demás.
Dice Torralba que mientras el mundo se cae a trozos nosotros estamos hablando estupideces que no contribuyen a nuestro bienestar. Yo añadiría que vamos corriendo sin darnos cuenta de que también nosotros nos estamos cayendo a trozos; sin embargo, la vida, a través de alguna persona o situación, nos detiene y nos obliga a reflexionar sobre el sentido de lo que estamos haciendo. Tal vez fue lo que pasó con Joe Biden, que no se dio cuenta de que era el momento de parar su candidatura a la presidencia, pero el deterioro de su salud y la llamada de atención de sus cercanos lo llevaron, por fortuna, a retirarse de la contienda a la campaña de los Estados Unidos.
Podríamos poner muchos ejemplos de lo que está pasando en Colombia, en América y en el mundo entero, sobre las consecuencias de ir a toda velocidad buscando aprovechar al máximo la vida, el tiempo, el momento, sin medir las consecuencias propias y para los demás. No obstante, considero más importante, invitar a cada uno a revisar ¿Cuándo fue la última vez que hice un alto? No hablo de salir con la familia y/o con amigos, para ir a un sitio ruidoso a distraerse. Me refiero a la importancia de reconectarnos y tomar conciencia de nosotros. Es lo que se busca con la práctica del Mindfulness: “Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar” (Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica de Reducción del Estrés de la Universidad de Massachussets).
Gestionar las emociones, bajar la ansiedad pasa por dejar de correr y tomar consciencia de quiénes somos y cómo estamos. Los invito a poner en práctica nueve actitudes que sugiere el profesor Kabat-Zinn: no juzgar, ser pacientes, tener mente de principiante -humildad-, confiar en nuestra sabiduría, no tratar de forzar las cosas, aceptación, soltar -dejar ir-, gratitud, generosidad.