Ocurre siempre en el fútbol colombiano, y es que en la última fecha se definen algunos cupos para las semifinales. Con lo que no contábamos era que Once Caldas estuviera inmerso en esa disputa, cuando hace tres partidos era tercero en la tabla con 28 unidades.
Las derrotas en línea, 2-0 ante Fortaleza, 0-1 con Santa fe y 1-0 frente a Junior (nótese que en ninguna marcó) lo tienen octavo, pendiendo de un hilo, y con angustia para la jornada de cierre que, curiosamente, le puede suponer la clasificación inclusive perdiendo.
Lo digo porque si Medellín no gana a Envigado, al que se medirá en el Polideportivo sur, Once Caldas con los 28 actuales se meterá. Ahora, si el “Poderoso” triunfa, requerirá mínimo del empate con América, y se elevará automáticamente en un punto el límite de entrada.
El bajonazo afectó lo que forjaba un cómodo tránsito hacia la meta y, aunque la opción matemática es favorable, el momento es preocupante. Es como si la motivación hubiese desaparecido tras el récord de Dayro, dando lugar al equipo limitado del comienzo.
Avanzar de ronda está al alcance: empatar, o ganarle que es lo ideal, a un América eliminado sin tener que mirar de reojo a los demás que tienen sus propias obligaciones.
Acompañados por el fervor del hincha en Palogrande, entendiendo el duelo como una final. De no hacerlo, estaremos frente a una decepción peor a la vivida en torneos precedentes.
Con Diego Corredor 2022 (II) fueron 30 unidades, puesto 10, y cuando se esperaba que esta vez se superaría, el “frenazo” lleno de dramatismo el remate, estando en ascuas. 19 unidades, de 21 posibles, se sumaron entre la novena fecha, triunfo sobre Millonarios 0-2 en Bogotá, y la 15, victoria acá 2-1 contra Tolima, que son las que tienen a Once Caldas manejando la primera opción entre los aspirantes a la siguiente fase de la Liga.
La caída en Barranquilla representó la tercera en serie. Al infierno en cuestión de un mes por el nivel de la plantilla, esa misma que brilló unida en torno de Dayro por la marca, y que a la par con el goleador se vino abajo, y volvió a demostrar lo mal conformada que quedó. Junior ganó con un golazo de Enamorado entrando por el lado de Cardona, en un balón que regaló Gustavo Torres cuando tenía que entregárselo a Dayro que estaba en posición de remate. No entendí por qué sacaron a Patiño de la titular: hubo festín por esa zona.
A un juego del todos contra todos, las lesiones, las sanciones y los rendimientos irregulares han incidido. A los centrales los cambian cada rato, no hay extremo izquierdo confiable, y por derecha Torres se mantiene por sustracción de materia.
Dayro apuró seis partidos sin gol, la pelota le quema, sin control, sin regate, sin velocidad, no aporta. Y hasta el técnico se ha confundido, montó un banco sin delanteros contra Santa fe, y al Metro llevó a Daniel Quiñones, y lo ingresó, como solución en la parte ofensiva.
Estamos sobre lo mismo, esa nómina precaria que, durante el exitoso periplo cuando hablamos del excelente trabajo del cuerpo técnico y del amor propio del grupo fue capaz de sacar resultados, es la responsable de la clasificación.
Sería humillante y vergonzoso quedar por fuera, el acabose para jugadores y entrenadores, y para la dirigencia que aumentaría su catálogo de fracasos. Sin disculpas hay que ir por la plaza dentro de los ocho ante América y por el paso a tercera ronda de Copa el jueves contra Fortaleza, so pena de perder el semestre.
Hasta la próxima...