En 2003, con 18 septiembres (nació en 1985) fue titular en el triunfo 1-0 sobre Junior que simbolizó la segunda estrella de Once Caldas tras 53 años, siendo entrenador Luis Fernando Montoya. En 2004 fue inicialista ante Boca, aquel 1 de julio, en la final ganada de copa libertadores.
Despegue de Dayro Moreno, romance pleno con una hinchada que lo adora, y lo tiene como su gran ídolo. Lo trajo el ́panelo ́ Valencia de una selección prejuvenil del Tolima. Desde que llegó se enamoró de Manizales, de sus calles, de su gente, de sus noches.
También fue campeón en 2010 con Juan Carlos Osorio. En el último juego (3-1) casualmente frente a Tolima, se recuerda que aguantó la pelota sobre la banda casi cinco minutos, provocando la expulsión del lateral Gerardo Vallejo, en acción determinante ante el acoso del rival.
Declarada su pasión y su amor por Once Caldas, Dayro partió varias veces, generando ingresos millonarios para el club, retornando siempre. Pasó por Brasil, Rumania, México, Argentina, Bolivia, y en el país lució además las camisetas de Junior, Nacional, Millonarios y Bucaramanga.
Dilatada carrera, llena de goles, de emociones, de bohemia, que ha suscitado miles de piezas periodísticas en torno a su figura (38 años) al igualar la marca de Sergio Galván Rey, con 224 goles, como artilleros máximos del fútbol profesional colombiano.
Siete veces botín de oro en torneos cortos, segundos semestres 2007 y 2010 con Once Caldas, en ambas ocasiones con 16 conquistas, Dayro es un iluminado del gol, admirado y querido por todos, y hoy en el pedestal de los dioses en ese teatro de los sueños.
Dayro era el atractivo el domingo ante Envigado, adicionalmente las victorias en línea afuera - Millonarios y Cali (por liga) y Bogotá (copa)- el repunte indiscutido del equipo, la evolución de algunas de sus unidades, y el fortalecimiento del patrón de juego planteado por el ‘arriero’ y sus colaboradores.
El preámbulo fue sensacional, era como si Once Caldas fuera a disputar la final del campeonato, empezara un torneo internacional, o pusiera a debutar una de esas superestrellas que no son más que una quimera bajo la actual presidencia.
Una semana entera hablando de Once Caldas, confirmación de que esta es una plaza única, quizá la mejor del país proporcionalmente hablando, con un aire de optimismo y una sensación de grandeza que evocó las épocas de gloria, ya distantes, de comienzos de siglo.
Casi 30 mil almas en Palogrande, marco excepcional, blanco el color, la tarde soleada, y un escenario ideal. Dayro, en apenas 13 minutos provocó el estallido del estadio, golazo del crack, de media chalaca, Galván lo recibió con la camiseta 224, y el delirio de los asistentes.
Fiesta total, aguada por un error defensivo a los 24 en el empate de Envigado, pero cuando las cosas son para uno no hay quien las ataje, y a tres minutos del final, Beltrán la inició y la terminó, y con remate seco a la base del palo derecho, puso el 2-1.
El moño para esta fanaticada sufrida, y avales para Herrera y su gente, la estrategia se está imponiendo, se "juega a algo" y sin cantar victoria, se va acercando, y aunque Dayro ya llegó, quiere los 248 de Víctor Aristizábal como goleador de todos los tiempos.
Estado de gracia, cuatro victorias consecutivas que hace rato no se conseguían, confianza a tope, y un grupo motivado, con miles de razones para seguir luchando, después de una tarde inolvidable, con final feliz, y una sonrisa dibujada en el rostro, que no se borra.
Hasta la próxima...