Dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos, y estuvo ausente en la planeación del partido contra Equidad: la que pudo ser la mejor entrada al Palogrande en años y la más grande fiesta en torno a Once Caldas en su regreso a cuadrangulares, quedó deslucida por los vacíos en las tribunas, cuando la ocasión ameritaba un lleno a reventar.
Pudo más el interés mercantilista, al creer que la clasificación les daba patente para hacer lo que les viniera en gana y sin consideraciones obvias, elevaron el costo de la boletería a cifras que sonaron exorbitantes dada la realidad del equipo y lo que venían manejando.
Si durante la fase regular se atrevieron a dar precios favorables en busca de acompañamiento masivo y del récord de Dayro, y la respuesta fue positiva, lo ideal era mantener esa política, con un incremento sensato, sin afectar el maltratado bolsillo del hincha.
Pues, sucedió lo que se preveía: bajó la venta de abonos y hubo quienes se quedaron con el deseo de asistir, porque materialmente les fue imposible. Así, la noche del domingo transcurrió como una más, cuando volver a una semifinal reclamaba unión de fuerzas, compromiso general y derroche de energía desde la platea.
El tiro les salió por la culata. Simple matemática: era preferible tener 20 mil a precios menores, que los 10 mil que entraron pagando esas sumas que no valoraron la fidelidad en la fase anterior. Desatino de mercadeo, como también el no permitir contacto de la prensa con los jugadores para ambientar el juego durante la semana previa.
En lo deportivo se obtuvo un resultado positivo contra Equidad, que anímicamente repercute en todos. Se ganó haciendo un interesante primer tiempo, resistiendo la arremetida del rival en el complemento y controlando y blindando el marcador tras el 2-0.
O, me he vuelto muy exigente, o muchos se conforman con poco. Afirmar que fue el mejor partido de Once Caldas en tiempos recientes, como manifestó Hernán Darío Herrera, es de tan pobre argumentación como sentir que no se vio nada, según Alexis García.
Seguramente hablaron desde el corazón, porque el técnico blanco llevaba seis partidos sin victorias, incluidos los de copa Betplay ante Fortaleza, y cinco sin anotar, al punto de que Araújo rompió racha de 511 minutos sin gol, 421 por liga. Un aliento hasta la exageración de quien debe ser ecuánime, mientras Alexis lo hizo desde la frustración por la derrota.
Fue un encuentro agradable, sin matices extraordinarios, disputado con madurez. Un triunfo que anima la carrera en esta etapa, sin perder las proporciones, independiente de que sea líder del grupo y único equipo en la primera fecha ganador por dos tantos de diferencia.
Evidente la fortaleza y solidez adquirida por Once Caldas en defensa. El 4-2 fue lo más destacado: los del fondo, Cuesta, Palacios, Riquett y Patiño, y los del medio, Rojas y Mateo.
Desarticularon la creación de Equidad y armaron juego desde esa zona. Además el portero Aguirre es símbolo de seguridad y confianza.
Adelante, aunque se marcaron dos goles, persisten debilidades. Lo de Torres por derecha es insuficiente, Arce es el motor, Araújo el distinto por gambeta, velocidad y habilidad en el regate, así inexplicablemente sea el primer cambio del entrenador, y Dayro mete voluntad sobre condiciones que se van extinguiendo.
Son los cuadrangulares y cualquier cosa puede ocurrir: ni Tolima está descartado por haber perdido en la inauguración, ni Once Caldas es la sensación, aunque dio un paso importante, deteniendo la racha negativa. Quedan cinco finales. Lo que haga es ganancia y por soñar no cobran.
Hasta la próxima...