Que fenómeno tan extraño representa Dayro Moreno para Once Caldas. Secreto a voces su comportamiento disciplinario, tanto como su óptimo rendimiento deportivo cuando se pone a tono y aprovecha su enorme talento goleador, y su envidiable condición física.
Ultimo ídolo activo de los héroes de Copa Libertadores, es el único con posibilidades de atacar los registros de Víctor Aristizábal –320 goles– como artillero colombiano de la historia, y de Sergio Galván Rey –224– como máximo convertidor por Liga. Viene de hacer 22 con Bucaramanga –13 en el apertura, 9 en el finalización– y dice que su propósito con la camiseta blanca es superar ambas marcas (tiene 303 en total, y 195 por torneo).
Dayro ha sido siete veces, en eventos semestrales, el mayor anotador de la Liga; con Nacional en dos ocasiones (2017), dos con Millonarios (2013-II y 2014-I), dos con Once Caldas (2007-II y 2010-II) sendas oportunidades con 16 conquistas, y en 2022-I con los Leopardos.
En el ocaso de su carrera vuelve por sexta vez a Manizales. ‘Llego al equipo que amo, que llevo en el corazón, del que soy hincha’ dijo en rueda de prensa, y esas palabras llenan de orgullo al hincha local que, paradójicamente, pone en segundo plano sus placeres mundanos.
Tiene 37 años, nació el 16 de septiembre de 1985, su nombre es sinónimo de gol, y su actitud personal –no me refiero a su conducta– es admirable, soporta las críticas, evita discusiones al respecto, y en la cancha se limita a aportar lo que sabe, y lo hace muy bien.
De allí, lo contradictorio del personaje, pues mientras se buscan modelos de comportamiento; deportistas intachables y profesionales, más en un mundo tan competitivo como el actual, Dayro es la antítesis, y aun así la gente lo admite, lo respeta, y lo quiere.
En edad madura, apta para el retiro, asegura responder dos años más con nivel competitivo, en los que confía romper números, rendirle a Once Caldas, y continuar metido en el corazón de sus seguidores, algunos tan radicales que inclusive terminan por idolatrarlo.
Basta con observar a quienes estaban molestos con el club por sus mediocres campañas recientes, para que detallen la reacción ahora con la confirmación de Dayro Moreno. Para mañana es tarde la venta de abonos, ahí tienen garantizadas, mínimo, ocho mil entradas.
Golpe de opinión de los dirigentes, y punto de reflexión –supongo yo– para el técnico Corredor, quien no debe estar contento con la imposición, y menos si le traen a Sherman Cárdenas, el clásico 10 que gusta en Manizales, y el que desestima porque no cabe en su libreto ¿cuál? ¿acaso Once Caldas jugó a algo?
Frente a la acogida popular, nada que hacer, Dayro está por encima, como sucedió en otra época con Sachi Escobar. Menos noches, más fútbol, un consejo inútil podría pensarse –válido siempre– porque el fútbol como la vida, cada vez nos ponen más cerca del final.
Dayro, Sherman, el regreso de David Lemos, el lateral derecho de Envigado, Santiago Jiménez, y probablemente John Fredy Salazar, Andrés Felipe Correa y Arley Rodríguez serán las apuestas de Once Caldas, aparte de un arquero ante la no continuidad de Chaux.
Un plantel demasiado veterano que despierta ilusiones –apenas natural cuando hay cambio de fichas– que urge necesariamente de un formato, planteamiento, o idea de juego, distinto al amarrete, defensivo, y sin argumentos de ataque, que lució durante la presente temporada.
P.D. Pereira y Bucaramanga son los históricos sin títulos de liga. Mañana los vecinos podrán coronar por primera vez en 78 años de participaciones, con un entrenador que solo requirió cuatro meses para darle forma a su proyecto. Ojalá lo consigan, me alegraría muchísimo.
Hasta la próxima…