Cuenta la historia que el estadio de Manizales se llama Palogrande debido a que en el sector había un árbol de enormes proporciones. Que fue la Sociedad de Mejoras Públicas la que promovió su construcción como un polideportivo, con hipódromo incluido, para las IV Olimpiadas Nacionales de 1936. Tenía capacidad para albergar a 16.000 espectadores.
El primer partido oficial se disputó el domingo 15 de agosto de 1948 entre Deportes Caldas e Independiente Santa Fe, el cual terminó empatado a un gol. Fue la primera fecha del primer campeonato de fútbol profesional en Colombia.
En 1951, meses antes de las fiestas conmemorativas del centenario de la ciudad, le fue cambiado el nombre por Fernando Londoño Londoño, entonces alcalde. Se recuerda, asimismo, que el 22 de abril de 1971 se estrenó la iluminación con un partido Once Caldas -Atlético Junior.
A finales de los años de 1980 empezó a hablarse de un estadio nuevo, concluyéndose, después de muchos estudios, proyectos de factibilidad, maquetas, reuniones y discusiones en el Concejo, que el sitio ideal era el mismo que ocupaba. A sabiendas, inclusive, de la falta de espacio para parqueaderos.
Se recuerda que el arquitecto que levantó el Metropolitano de Barranquilla propuso uno similar, de dimensiones desfasadas: 60.000 espectadores eran demasiados para una ciudad que apenas tenía 400.000 habitantes.
En 1993 se inició la demolición para dar paso al escenario actual, cuya construcción terminó el año siguiente, tiempo récord en el sector oficial, bajo la alcaldía de Germán Cardona Gutiérrez. Sin sillas, en aquella época, cabían 40.000. Hoy el aforo es de 31.611.
El estadio, en honor a la tradición, recuperó su nombre inicial, volviéndose a llamar Palogrande. La inauguración fue el 30 de julio de 1994 con un partido amistoso entre Once Caldas y Cruzeiro de Brasil con triunfo para la visita 2-5.
Coincidirán, en julio próximo, los 30 años del estadio con los 20 del título de la Copa Libertadores para el Once Caldas, logrado el 1 de julio de 2004. Dos hechos de relevancia suprema que marcaron el destino de la comarca, y que merecen conmemorarse.
Pero el “coqueto y lindo Palogrande”, como alguien lo denominó, y sigue siéndolo, independientemente de tantas cosas que le faltan, debería entrar en un modelo de renovación propio de este tipo de estructuras, para impedir que pronto sea obsoleto.
En Bogotá están proyectando un complejo deportivo y cultural en el sector de El Campín, mediante una alianza público-privada, sin comprometer recursos públicos, pues el diseño, la financiación, la construcción, la operación, el mantenimiento, la administración y la explotación económica estarán a cargo del socio privado.
En Manizales seguimos a la espera de los tres mil millones prometidos para baterías de baños y obras en las instalaciones internas, mientras se aprueban el techo y las luminarias, se gestiona el marcador electrónico y se hacen otro tipo de mejoras, luego de 30 años de uso.
Pero, lo que menos debería hacerse –sería un exabrupto– es cambiar de nuevo el nombre. El Palogrande fue testigo de tres campeonatos nacionales y una Copa Libertadores de Once Caldas, y vio a la Selección Colombia coronarse Campeón Suramericano Juvenil en 2005.
Por su grama han desfilado rutilantes estrellas: Lionel Messi, Neymar, Nilton Santos, Vavá, Filipe Luis, Diego, Robinho, Elano, Isco, Sergi Roberto, Koke, Tévez, Rogerio Ceni, Luis Fabiano, Richarlison, Gallardo, Felipe Melo, Sorín, Abbondazieri, entre otros.
Homenajes, háganles todos los que quieran a los gestores de esas epopeyas. Denominen las tribunas: pónganlas Luis Fernando Montoya, Juan Carlos Henao, Arnulfo Valentierra, Elkin Soto, Dayro Moreno, Galván Rey, Samuel Vanegas, Jorge Agudelo, pero no toquen el nombre del estadio. Es un símbolo que identifica a Manizales en el mundo.
Hasta la próxima...