Este jueves será frente a Nacional, un rival extraño, con jugadores, trabajo y estructura, que se vio a gatas para superar a Alianza en su patio, y vapuleado luego por América, evocando la goleada 5-0 ante Medellín en la penúltima jornada de los cuadrangulares pasados.
Un Nacional distinto, sin poderío, pero igual fuerte, que infunde respeto, y que esta vez tampoco contará con la tribuna que cumplirá la segunda fecha de sanción por desmanes, y que actuará presionado por sus inconsistencias, castigadas con la baja de abonados.
Plan inmediato de Once Caldas, después de derrotar 2-1 a Chicó, sin que le sobrara nada, más bien faltándole, y tras la caída en el nido de Águilas que, sin ser superior, aprovechó un error para quedarse con los puntos frente a la inane reacción del cuadro de Herrera.
Para algunos, me incluyo, en esa segunda presentación se reafirmaron los temores acerca de los aportes individuales del plantel, sin unidades desequilibrantes, y sin que pase de los anuncios a los hechos, pues llevan quince días hablando de dos posibles refuerzos.
Un gol tempranero –minuto 21– no pudo ser igualado porque afloraron las deficiencias ofensivas, y se notó la ausencia de líderes. Hubo tres llegadas al arco, disparos de afuera de los defensores Quiñones, Patiño y Rojas, y ni un solo remate de los atacantes.
El comportamiento, en actitud y orden, y sobre los parámetros señalados por el técnico, fue positivo; hay versatilidad táctica, se plantean varios módulos, pero nada se gana sin pesos específicos en cuanto al regateador, el armador, o el definidor.
Está Dayro, claro, sin compañía, figura cada vez que marca, y uno más cuando se va en blanco porque a su edad le cuesta salir del sector para encarar, eludir o gambetear, perdiendo en velocidad, y equivocado en los pases cortos. Su fortaleza es el gol.
Muchos problemas del medio hacia arriba; Billy Arce es impredecible, calidad tiene, no se discute, manejo, visión de campo, pero es lagunero, y desesperan esos lapsos en los que desaparece. Su discontinuidad lo hace menos confiable.
Beltrán tiene técnica, y sacrificio; es el llamado a retroceder para armar el bloque de seguridad en primera zona, careciendo también de ritmo, y de disposición, quizá por su juventud, para que se empodere y acepte la gran posibilidad que le están brindando.
A Santiago Mera lo veo rápido, pero frágil; apenas con chispazos, débil en el mano a mano, sin talla corporal, desmedido en los centros, y la verdad, no creo que sea el extremo que ilusione por banda, en donde definitivamente Once Caldas tiene su talón de Aquiles.
En el palco, en Rionegro, estaba Deinner Quiñones. No es Luis Díaz, convencido eso sí de que es superior a los que tiene el equipo, hábil, veloz, regateador, asistidor y frente a lo deprimido del mercado, la única opción. Seguramente al presidente le parece muy costoso.
Van dos partidos, y en ambos, Hernán Darío Herrera solo hizo tres cambios, se le están quedando dos. O no están físicamente, o no aprecia soluciones desde el banco. Ante Águilas prefirió a Cifuentes, un amateur, y no al experimentado Gustavo Torres. Es momento para intentar soluciones, no para probar.
Discreto lo de Roger Torres, lejos de forma, mago para dar vueltas con el balón, al estilo Arce o Sherman, para una conclusión final en el sentido de que la nómina quedó mal armada, de que se va a sufrir mucho, y de que Once Caldas con su actual administración, seguirá mitad de tabla para abajo por falta de planeación, ejecución y audacia.
Hasta la próxima...