Dos derrotas seguidas, la más reciente ante rival directo por el descenso, ponen en aprietos a Once Caldas. "No se puede perder frente a Huila, y menos de local", señaló un angustiado hincha que cabizbajo abandonó el Palogrande, en donde, se supone, salvará la categoría.
Duro golpe para los intereses del Club, y para el cuerpo técnico, ahora en el ojo del huracán, y no es para menos. Ni los números, ni el fútbol en esa noche de pesadilla, invitan a pensar que se está construyendo, ni que se vaya en la dirección correcta para evitar la debacle.
Fuertes en casa, se argumentó tras las cuatro caídas por fuera, y muchos proyectaron puntos sobre el calendario, aparentemente cómodo en estas fechas intermedias por la calidad de sus pares, y les daba hasta para pelear cupo a cuadrangulares. ¡sorpresas te da la vida!
Huila, con el ingratamente recordado Diego Corredor, quien en tres semestres no jugó un solo partido bueno con Once Caldas, vino, desarregló la maleta, y lo hizo de forma práctica y contundente. No solo ganó, lo consiguió remontando, y administrando tiempos.
Eso sí, ante una versión inocua del blanco, sin Billy Arce porque en ocho jornadas ya acusa sobrecarga muscular, sin un lateral izquierdo porque Johan Cumana lleva dos meses aquí, y no debuta –por lesión y documentos– y sin recuperadores en el medio, que no posee.
Un plantel armado sin priorizar necesidades, responsabilidad del presidente con complicidad de Sarmiento, pues lo mínimo son dos jugadores por puesto, y no los hay, con un grupo lleno de juveniles que representan un tiro al aire, y de veteranos en plan de salida.
Triste realidad, reflejada en las tablas, 10 puntos de 27 significan un rendimiento del 37%. Para llegar a 30 unidades –con 33 por disputar– debe hacer 20, o sea elevar el producido al 60%, que no logra hace años, lo que presagia otro fracaso, y una nueva eliminación.
Para alejar los temores de la B, sumar 25 sería un buen plante porque en 2024 desparecerá la deplorable campaña de Eduardo Lara. Es decir, la tarea es ya, en este campeonato, formulando soluciones que generen seguridad para conseguir esos urgentes 15 de 33.
Son las apuestas estadísticas, desmejoradas por el déficit como visitante, y agravadas por el triunfo del Huila en Palogrande. Recomponer no es fácil, la credibilidad se mengua tanto como la confianza, y encontrar punto de equilibrio cuesta por la irregularidad del plantel.
Así lo indica la encumbrada del Huila. De perdedores al minuto 8 tras el gol de Montaño,
en un cuarto de hora dieron vuelta al marcador. Sebastián Hernández con remate cruzado, y el brasileño Vinicius con una joya, bañando a Chaux, liquidaron el encuentro.
Más de una hora tuvo Once Caldas para buscar la paridad. Dayro y Mejía se los ‘tragaron’ solos al pie del arco, y en la complementaria se dejaron imponer la ley del rival que quemó segundos y cortó el ritmo, hasta celebrar un éxito que, creo, no tenían en sus cuentas.
La ausencia de jugadores desequilibrantes aumentó el caos, los que entraron no dieron la talla, reinó un desorden bien planificado desde el banco, y Huila pudo golear en dos opciones sobre el final, además de fallar un penalti que tapó Chaux.
Con esa nómina que se montó para participar, no para competir, Once Caldas pasa de la ilusión a la agonía, y los hinchas en su desespero culpan a Sarmiento, responsable sí como líder de grupo, no causante de la crisis originada en la carencia de materia prima calificada.
Es un hecho, Correa comprometido en la mayoría de goles durante el semestre, Marlon sin fútbol, no hay filtro en el medio, Montaño y Pérez son volantes mixtos, nulos Lemos y Miranda, no se tienen relevos por banda, y si Dayro no aparece, como el lunes, no hay gol.
Hasta la próxima...