Lo primero que debe entender el cuerpo técnico de Once Caldas es que aquí no hay tiempo, acertar de una es definitivo, errar en las decisiones es fatal, y para recomponer es necesario poner los que son, con el molde táctico que pretende, y reclamando obligaciones.
La duda los está matando, no saben qué hacer con los marcadores de punta, están enredados con los volantes, y en ataque, aunque al menos ahora se llega más, hay niveles desesperantes, y el equipo se ve sin cuerpo, sin patrón de juego, y con hombres imprecisos y equivocados.
Lo único bueno de la administración anterior, en cabeza de Diego Corredor, era atrás, se jugaba a no perder y recibía pocos goles, defendiéndose con solvencia, al punto de que, en un año, solo una vez toleró tres anotaciones en contra, y muchas veces sacó el arco en cero.
Eso sí, de ahí para adelante no había nada, alternativas ofensivas no se trabajaban, para los extremos la prioridad era marcar, y se veían delanteros retrasados, haciendo sombra, y ese fútbol se tornó soso, aburrido, e improductivo, y fue lo que imperó durante tres semestres.
Pues resulta que esa seguridad defensiva desapareció, y arriba siguen los problemas. No hay laterales, Jiménez y Marlon por derecha no funcionan, Artunduaga se quemó, a Gallardo no le creen, Riquett está pegando demasiado, y Torijano-Correa ya no se comprenden.
Y ni hablar de la primera línea del medio. A Danovi, el mejor con altibajos, extrañamente lo marginaron tras ser destacado como una “fiera” por Sarmiento; Celis y Pico parecen exfutbolistas, Pérez un “embuchado” y Rodríguez no volvió a coger ritmo.
Difícil así ¿no? y más si confunden los roles improvisando a Riquett por el sector donde –lo ve un ciego– Huila genera profundidad por la velocidad y gambeta de Faber Gil, ganándose una roja cantada, pues debieron remplazarlo para el complemento: estaba con amarilla.
Luego, en vez de hacer la lógica, incluir a Gallardo, el sustituto natural para ese puesto, otro ensayo –Jiménez a la izquierda– igual que contra Pasto. ¿Desconocimiento? ¿prueba? No sé, pero tengo la sensación de que no interpretan todavía la nómina ¡y no hay tiempo!
Total, sendas derrotas para Sarmiento y compañía frente a rivales –Pasto-Huila– a los que se debió superar, agravando la crisis, ubicándose en posiciones incómodas en las dos tablas, y tristemente alejándose de las zonas de clasificación.
Concepto pesimista, y con dolor lo digo, Once Caldas va rumbo a la octava eliminación consecutiva en cuatro años y medio, pues requeriría elevar rendimiento al 70% (23 puntos de 33 que restan), cuando está sobre un 30% insuficiente, y con la carga del descenso encima.
Una pregunta recurrente: ¿y qué es lo que ocurre realmente? Cuando vino Corredor, nos comimos el cuento del estratega de mayor proyección en Colombia, con fútbol europeo, y fueron tres ligas de las peores, sin identidad, y sin jugar nunca un partido bueno.
Llegó Sherman –y hago autocrítica– manifesté que era el 10 clásico que gustaba en Manizales, el que hacía falta, y que por fin contrataban un creativo. Van nueve fechas, y ni un pasegol, ni una jugada brillante, y lo que se comió en Neiva es para sentarse a llorar.
También Pajoy, el de caminar cansino, se atragantó de gol siendo más complejo botarla, porque hay que decirlo, Once Caldas tuvo para empatar –con uno menos– que no quiere decir ritmo y alta competencia, destacando la entrega y el pundonor de Dayro.
Muy raro realmente lo que pasa, y lo que está sucediendo desde hace varias temporadas, y sin que sea tangible, ni se pueda comprobar, en parte creo que algo tiene que ver la mala vibra y esas energías negativas que se emanan desde la presidencia del club.
Hasta la próxima...