Si a los técnicos únicamente se les mide por el resultado, lo de Pedro Sarmiento es un fracaso. Si, con análisis, algo de tolerancia y contexto, se evalúa su labor, no le va mal, superando las incongruencias de la plantilla, encaminando un proyecto que se formuló corto en propósitos y objetivos.
Llegó para la octava fecha, y terminó el primer semestre con apenas dos triunfos en 13 presencias logrando un producido del 30%, posición 17 en la tabla, y un rendimiento bajo, con alza solo sobre el final cuando metió la mano excluyendo algunos de los veteranos que encontró.
Acaba de completar 20 juegos al frente de Once Caldas, con 5 victorias, 7 empates y 8 derrotas (36%), números que lo rajan, siendo estimulantes las muestras en cancha, pues más allá de las deficiencias del grupo, se insinúan formas que denotan crecimiento.
En la actual Liga –siete partidos– y en razón a los diez puntos alcanzados de 21, su balance se incrementa al 47%. En Palogrande venció a Cali, Pereira y Bucaramanga, e igualó 1-1 con Nacional, sin que todavía sume por fuera, tras perder contra Tolima, Águilas y Millonarios.
Evidentes mejoras, suplementadas en lo táctico, con un nivel colectivo por encima de las respuestas individuales, advirtiendo que hay posiciones mal cubiertas, y que lo positivo en actitud, carácter, compromiso y entrega, no disimula el discreto peso competitivo de la nómina.
Este Once Caldas de Sarmiento juega a algo, estratégicamente marca los tiempos, ataca cuando las circunstancias lo exigen, y se torna conservador si es necesario. ¿Hasta dónde puede llegar? no se sabe, pues en el fútbol desequilibran los grandes jugadores. ¡sucedió frente a Millonarios!
Sin embargo, hay razones para interpretar los ajustes, y en su mayoría obedecen al trabajo entre semana, a la manera como se está llevando a la práctica, y a la unidad del grupo, con piezas que encajaron rápido, como el ecuatoriano que se transformó en verdadero refuerzo.
Desde que apareció Billy Arce se ganó manejo, fútbol vertical, pequeñas sociedades, y pelota quieta, y automáticamente Alejandro García se convirtió en su aliado, formando una pareja con contenido en las acciones ofensivas, generando confianza en esa zona de gestación.
Además, el Dayro Moreno motivado, influyente, alegre, que marcó ante Bucaramanga, no se toca; sí el desapacible que jugó en Bogotá. Cada día está más cerca del tope de los registros históricos, y sus goles tienen particular sentido doble para la hinchada.
También median las decisiones de Sarmiento, radicales y con mando. Así como determinó el fin de los veteranos la liga pasada, no utilizándolos (Pico, Celis. Pajoy, Rodríguez y compañía), ahora no brinda privilegios, y por eso Sherman, por ejemplo, está al margen de convocatorias.
Y está haciendo banca con la oportunidad a los jóvenes. Johar Mejía sigue teniendo minutos con gestos de fino atacante, Esteban Beltrán, por lo visto, es pura técnica, y con ellos Yeiler Valencia, Santiago Mera, Jeison Velasco, John Araujo, Léyder Moran y Sergio Palacios.
Muchachos en proceso, que no garantizan resultados, pero fortalecen patrimonio y hacen que los dueños se froten las manos, esperando que les alcance para formarse y aportar en esta etapa de necesidades para Once Caldas, en la que lo primordial es permanecer en la categoría.
Nada está ganado, ante Pasto esta noche deberá empezar a ubicar puntos por fuera, conservando esas sensaciones que ponen a Pedro Sarmiento y sus asistentes, de auspicioso y esperanzador planteamiento, en la élite para ver un Once Caldas diferente, por fin protagonista.
Hasta la próxima...