Con un equipo que va por la décima, Santa Fe, y otro sin estrellas, Bucaramanga, que fue subcampeón en 1997 cuando los torneos eran largos, se cerrará el primer capítulo de Liga betplay este año con balance satisfactorio para Once Caldas que disputó cuadrangulares.
Fue una fase atípica sin los clubes de Medellín y Cali, destacando que en el grupo A todos lograron idéntico puntaje: ocho, el mínimo histórico para ir a una final, y que fue lo conseguido por Once Caldas. O sea, hizo lo mismo que uno de los que peleará corona.
Santa fe logró 16 puntos de 18 posibles, rendimiento del 88% que justifica el favoritismo que se le adjudica gracias a su defensa impasable (solo una anotación en contra, de autogol) un arquero en estelar momento, solidez táctica y la ventaja de terminar como local.
Bucaramanga, con más motivación que nómina, encontró el arco en el choque decisivo contra Pereira que estuvo cerca de la hazaña de 2022, mientras que Millonarios jugó la última fecha ya eliminado, y Junior se fundió en Bogotá con un entrenador que no llena.
Tolima se ahogó en la orilla, igual que el semestre pasado, y Equidad se fue en blanco, otro hecho inusual en esta clase de certámenes. Después de cuatro ligas, nuevamente habrá técnico foráneo campeón: Rafael Dudamel (venezolano) o Pablo Peirano (uruguayo). Once Caldas cumplió, no se armó para ser campeón y dejó un acumulado de 37 puntos válido para la reclasificación: vía directa a competencia internacional. Cerró con la alegría
del triunfo sobre Equidad en un campo ingrato que rememora grandes desilusiones. Asimismo, quedó demostrada la impotencia del equipo en fase ofensiva. Por expulsión tuvo diferencia numérica de dos hombres casi todo un tiempo siendo incapaz de provocar situaciones de gol, y Equidad le llegó. Lo salvó la joya del tiro libre de Billy Arce. Partido escaso en emociones, en horario inadecuado, sin público por decisión del dueño del espectáculo, posición absurda en un campeonato serio, y con cierre digno para Once Caldas por el acumulado en puntos, lo único valioso ante la ausencia de expectativas para avanzar.
Se viene un prolongado receso para recomponer, manteniendo la base defensiva y reparando arriba con delanteros rompedores, fuertes en los trabajos por banda y goleadores. Arce no continuará, y por supuesto, un volante creativo se convierte en imperativo.
A diferencia de otros torneos, se estableció una estructura atrás con repeticiones, hombres y libreto, que debe conservarse. Sin poder ofensivo es imposible, y se probó que quienes están no aportan soluciones, y que es urgente trazar un cambio de fondo.
El público, independiente de las circunstancias, fue el verdadero jugador doce. la ciudad se movió por el equipo que fue el foco de las conversaciones, alentó la ilusión, y despertó pasiones reprimidas. Definitivamente es el símbolo más representativo de los caldenses.
Por fin, en su regreso a semifinales después de cinco años y nueve campeonatos, tuvo un cuerpo técnico eficiente cuyo liderazgo, manejo de grupo, estilo y conocimientos, superó la realidad de esa plantilla insuficiente que les entregó el presidente de la institución.
Hernán Darío Herrera les ganó a muchos, casi a todos, y realizó una extraordinaria labor. Triunfó, a la par con sus colaboradores que fueron vitales, por la forma como maximizaron el producto, montaron el modelo de juego y obtuvieron resultados pese a las limitantes.
Hay tarea adelantada, si se agrega acierto en las contrataciones, limpieza del vestuario ante los rumores de indisciplina por licor, con reforzamiento duro del ataque y oportunidad en otros clubes para algunos que no dan más acá, el futuro puede ser halagüeño.
Hasta la próxima...