Si Pedro Sarmiento piensa como lo dijo, se debe ir. No lo trajeron para hacer una pasantía, conocía la situación de Once Caldas, y le dieron tiempo suficiente - 13 fechas del anterior torneo, más dos meses de trabajo - para montar un proyecto, y armar un plantel con posibilidades.
Su catálogo de disculpas, de explicaciones no pedidas, y de apologías vanas en entrevista con Caracol Deportes, lo dejan mal parado, sumadas a sus agresivas respuestas en las ruedas de prensa, sin aceptar cuestionamientos, y sintiéndose siempre atacado.
"Que se la chupe el que se la tenga que chupar" es una frase irrespetuosa frente a una afición, y un club, que lo ven como líder de una empresa cuyo propósito fundamental es evitar la pérdida de categoría, algo que tanto molesta que le enrostren, siendo un hecho irrefutable.
"Si tengo que ir al descenso, algún día me iré" es otra expresión insolente e irreverente, que no encaja cuando la lucha precisamente es en contra, y no se le está pidiendo más. Si ignoraba que esa era la tarea, ahí está el camino de vuelta, y debe emprenderlo.
Es la antítesis de lo que piensa el hincha local consciente de que no tiene grupo para pelear arriba, y si eso tanto lo mortifica, lo saca de casillas, y le impide ser culto y decente, las relaciones se agrietan, y esa salida en falso tiene incómoda a la comunidad caldense.
Echarle culpa a los demás de los 13 puntos de 45 logrados bajo su mandato, producto de dos victorias, 7 empates y 6 derrotas, es sacarle el cuerpo a la responsabilidad primaria, y negarse a sí mismo. ¿Por qué aceptó el reto, entonces? Acaso creyó que aquí no había obligaciones.
Eso, en parte, indica falta de carácter para asumir el compromiso, ese que le sobró cuando jugaba al fútbol, y del que tampoco hizo acopio para que desde la dirigencia contrataran los jugadores que se necesitaban, en un conformismo inadmisible que hoy le pasa factura. Además, recalca permanentemente que se fueron 11 y llegaron cinco, cuando no hace mucho lo señaló como acierto, y enfatiza en que es un grupo nuevo - no válido porque el 85% de la plantilla se sostuvo - con el agregado de 60 días entre torneos para ponerla a tono.
Dificultades de comunicación de Pedro Sarmiento, quien es común que exija de a pregunta porque según él, si hay una segunda se le olvida, o que riposte ante el interlocutor sin permitir que termine la argumentación, o salga con desaguisados como los recientes.
Una lástima, porque desvía la atención, hace que se centre en sus observaciones, cuando en realidad, al menos para quien escribe, y sin dejar de reconocer que las cifras son contundentes y no le favorecen, el técnico Sarmiento es un problema menor en Once Caldas.
Aquí el responsable directo es el presidente, incapaz de gestionar refuerzos de categoría, lento para contratar, al punto de que dos de ellos –Cumana y Montaño– ni siquiera han debutado, Cuesta apenas jugó 45 minutos flojos ante Tolima, y Mejía lleva 30 en dos encuentros.
El único ha sido Billy Arce, contagiado por sus compañeros que en Ibagué dejaron pobre impresión, lo que indica una nómina mal configurada, con principiantes demasiados novatos, y mayores, algunos de salida, desbarajustados por la superioridad individual de su antagonista.
La diferencia entre Tolima y Once Caldas se resume en la calidad de jugadores, mientras que ellos sentaban a sus figuras dándoles descanso para el partido de copa betplay, ingresando otros del mismo nivel, los de acá intentaban soluciones con pelaos.
‘Estamos trabajando todos los días’ sostuvo en la charla con los colegas, uno de ellos corresponsal de la plaza, poniéndose de su lado cuando aseguró que había gente haciendo fuerza para que al equipo le vaya mal. Olvídense, cuestionar el pésimo manejo directivo, y lo discreto del plantel, no es enemistad, es advertir sobre hechos que mañana podemos lamentar, y no estamos dispuestos.
Hasta la próxima...