Sesenta días se completarán el próximo domingo, 16 de julio, cuando Once Caldas vuelva a la cancha del Palogrande para enfrentar a Nacional - 7:30 de la noche - en el despegue de la liga número 43 en la historia de los torneos cortos en Colombia, que data desde 2002.
Es el tiempo real de trabajo que tuvo Pedro Sarmiento - con su cuerpo técnico - para montar la idea, perfeccionarla, y ponerla a punto. Si quieren, descuéntenle una semana de vacaciones, e igual queda un período suficiente para armar equipo, y vigorizar acciones específicas.
Mientras que hinchada y prensa esperaban los anuncios prometidos por el presidente, bien por salir del paso, o por apaciguar los ánimos, y que nunca se dieron porque tampoco se intentaron, al parecer el entrenador tenía claro que el futuro inmediato era con los jóvenes.
Supongo que su declaración en tal sentido cuando finalizó semestre con triunfo sobre Santa fe, que enervó a algunos por conformista, era un plan premeditado, calculado, como mandato desde la dirigencia que, bajo esta premisa, mintió, engañó, y cumplió, no trajo nada de valor.
De forma alegre se habló de una preselección, de la necesidad de contar con cinco unidades de peso, y que era cuestión de trámite porque la mayoría de ellos estaba participando, y no querían causar traumatismo, en el entendido de que respetaban el debido proceso.
La razón, vaya uno a saberla, lo cierto es que también alerta sobre los propósitos, pues se pueden interpretar, igualmente como falsas, las afirmaciones de que la B no es un "objetivo" cuando todo apunta a un enfoque sistemático para aumentar ganancias a cualquier precio.
Pretender un desempeño superior con la base existente, más cuatro nombres que no son refuerzos, remplazando los ocho que se fueron, suena absurdo, inverosímil y descabellado, e ilógico desde cualquier ángulo, pues no hay agregados que hagan pensar en cosa distinta.
Dentro de un panorama optimista, o positivo, buscando justificaciones, el fuerte estaría en esas 30 o más sesiones realizadas, que, aunque significan una opción, pueden resultar cortas sin el complemento de esas individualidades que al final hacen la diferencia.
Además, una forma de medir el talante del entrenador y sus asistentes, máxime, cuando Pedro Sarmiento en otra de sus manifestaciones señaló la importancia del largo receso entre el 17 de mayo y el comienzo de la segunda parte de la temporada anual.
O sea, disculpas diferentes a talento no caben, han tenido cancha, clima, horas, grupo, que seguramente advierten con deficiencias pero que aceptaron, y con el que desarrollaron este proceso que pone en carpeta su prestigio, y la marca Once Caldas.
Los plazos se vencen, ese período de gracia - el de alistamiento- pasó, y desde el arranque deberán revelar lo que se hizo, y la ruta indica un calendario inicial ajustado, con alto grado de exigencia, y ante rivales superiores, mejor conformados.
Rodarán las fichas, la lotería entrará en juego, y lo que se plantea desde la dirección jerárquica administrativa, que una vez más denota incapacidad para ejecutar, es pegarle al premio mayor sin esfuerzos, porque el negocio del fútbol le sigue quedando grande.
Como barco a la deriva. O sale a flote con las repeticiones, el esquema y la conducción de Pedro Sarmiento, o se hunde, con las consecuencias que acarrea, funestas para la institución por esa coyuntura histórica, en la que más errores tirarán la gloria por la borda.
Incertidumbre plena sobre un hecho irreversible, una plantilla inferior a la del primer ciclo de 2023, con valores que quieren promocionar, con los jugadores de pelaje llegando a los 40, y con una inútil presidencia, incapaz en dos meses de reformar lo que urgía cambios.
Hasta la próxima...