La Universidad Nacional de Colombia se encuentra en medio de una agitación sin precedentes debido a la reciente elección de su nuevo rector, José Ismael Peña. Este proceso, que debería haber sido un momento de unidad y progreso para la institución, se ha visto empañado por una serie de controversias y disputas legales que han puesto en entredicho su legitimidad y transparencia.
Entre las disputas legales y las críticas de diversas partes interesadas, surge una pregunta fundamental: ¿Por qué debería ser tan importante la figura del rector en una universidad como la Nacional?
En este sentido es fundamental considerar el papel de la gobernanza en las instituciones educativas, ya que los procesos asociados a ella tienen un impacto significativo en la dirección y el desarrollo de estas. No obstante, en la Universidad Nacional, parece haber una sobrevaloración de estos procesos en detrimento de otras herramientas igualmente importantes. En este sentido, sería prudente reorientar la atención hacia el Plan Estratégico Institucional (Plei) 2034, una pieza clave en el marco del Sistema de Planeación de la Universidad. Este Plan, delineado en el Acuerdo 238 de 2017 del Consejo Superior Universitario, no solo establece la visión a largo plazo, sino que también define las políticas, los ejes estratégicos y los objetivos que guiarán el crecimiento y desarrollo institucional en los años venideros.
En cuanto a la elección de directivos, podría pensarse en un enfoque basado en la meritocracia, en la cual los líderes sean seleccionados por cuerpos colegiados en función de sus capacidades y logros, en lugar de someterse a consultas o elecciones que podrían estar influenciadas por intereses individuales o grupales. Estos directivos deberían ser elegidos con anticipación suficiente para garantizar una transición fluida y ser parte de la dirección de la universidad durante un período adecuado.
Ahora bien, ¿por qué sería importante que las universidades no sean democráticas? La gobernanza debería estar centrada en la gestión eficiente de recursos y facilidades para que los investigadores y docentes puedan llevar a cabo sus funciones de manera óptima. En este sentido, una gobernanza democrática podría desviar la atención de estos objetivos fundamentales hacia disputas políticas internas, comprometiendo el servicio institucional y la ejecución de proyectos.
Por lo tanto, en lugar de concentrarnos en la figura del rector como el eje central de la gobernanza universitaria, deberíamos enfocarnos en fortalecer estructuras participativas y en la implementación efectiva de planes estratégicos que guíen el desarrollo de la institución. Solo así podría garantizarse que la Universidad Nacional de Colombia y otras instituciones educativas cumplan con su misión de manera eficaz y orientada al servicio de la sociedad.