Con noticias agridulces, el Nobel García Márquez despide marzo, mes en que sus padres lo “acigüeñizaron” en Aracataca.
La eternidad de que goza lo sorprendió con la noticia de que es el autor más traducido del español en este siglo veintiuno, también “cambalache, problemático y febril”.
En la próxima Feria Internacional del Libro de Bogotá se le rendirá homenaje. México, donde vivió y murió, es el país invitado.
En Santa Marta, la escultura de Gabo que bostezaba en predios de la gobernación desapareció, como Remedios, la Bella. La paz total volvió a los corazones de los gabólatras cuando supieron que fue retirada fugazmente para limpiarla. Los pájaros no respetan pinta.
Hay un tema macondiano, agridulce, de por medio. El fabulista pelea con una vaca por aparecer en el escudo de su terruño.
El escudo de Aracataca tiene la imagen de este “poema de piedad”, como llamó Gandhi a la vaca. Un grupo de concejales propuso retirarla para darle paso a la imagen del ilustre vástago. La mitad del concejo dice que no. Si Gabo pierde, la culpa será de la vaca.
Estoy del lado de los opositores por una razón láctea: por instrucciones de la abuela materna, de niños nos bañaban con la leche de la vaca “Mariposa” para que creciéramos aliviados. Seré el más aliviado del cementerio.
García Marquez dijo de su biógrafo Dasso Saldívar, que “si hubiera leído antes El viaje a la semilla, no habría escrito mis memorias”.
Para este viernes en la mañana está prevista por Teleantioquia, la intervención virtual de Dasso, nacido en la vereda san Julián, Guadalupe, Antioquia, su Macondo personal. En la charla participará desde París Andrés Candela, corresponsal de Teleantioquia, quien craneó el encuentro.
Claro que Darío Antonio Sepúlveda, su nombre de duchazo bautismal, residente en Madrid, se destetó del Nobel, y desde 2014, incursionó en la novela con Los soles de Amalfi su primer do de pecho escrito en poética prosa.
También es poeta, cuentista, periodista, crítico literario, conferencista, ensayista. Y conversador de cuatro soles. Es la ventaja de tener riñón ajeno, regalo de su sobrina Patricia.
De la novela escribió el maestro Elkin Obregón: “Pero (Dasso) se sintió también con arrestos de novelista, y escribió Los soles de Amalfi. Empecé a leerla con la normal sospecha de encontrar en ella poco más que un texto epígono.
No es así, por fortuna; la poesía y las invenciones de este bello libro no recuerdan para nada las del ilustre biografiado; se bastan a sí mismas, y, de hecho, no se parecen a nada ni a nadie. Una muy grata sorpresa, que poco o ningún comentario mereció… “.
Junto ganas para releer su obra y luego devorar La subasta del fuego, su segunda novela, sobre los veinte años de olvido de Manuelita Sáenz, la amante de Bolívar.