Cárcel de Atlanta, Georgia, agosto 24 (Oreja Press)
Donald Trump, el presidente 45.º made in USA, llegó hoy aquí a bordo de un rascacielos acostado (=limusina) a conocer oficialmente los cargos que pesan sobre él y a tomarse la foto que luego utilizó para producir millones para su causa.
Después de alegar que jamás ha pateado los códigos, este moderno rey Midas regresó a su torre de marfil en el “Trumpomóvil”, su avión particular que le sale con sus 77 años, el color de sus ojos azules, sus noventa y siete kilos de peso, su mechón, su metro noventa de estatura y un ego como el Empire State.
Para la cara dura que luce en la foto de reseñado (=mugshot, en inglés), Trump clonó gestos de malandros de películas del oeste como “El bueno, el malo, y el feo”, “Los siete magníficos”, y los tres pistoleros que tiene que despachar Gary Cooper en “La hora señalada” con ayuda de su esposa cuáquera, la bella Grace Kelly.
La llegada del expresidente y precandidato republicano se transmitió en directo por CNN. Muchos –incluido este aplastateclas– dizque hicimos historia siguiendo esa transmisión como si fuera otra llegada del “bobo sapiens” a la luna.
A la salida del canazo lo escoltaron una treintena de motocicletas y limusinas cuyos conductores volaron a casita a contarles a sus cuchicuchis gringas que se lucieron ahorrándole semáforos al macho alfa republicano. También evitaron que le robaran la billetera. O la fórmula para mantener enhiesto el mechón.
Trump fue el penado PO1135809 antes de salir libre bajo fianza que pagó con su plata de bolsillo. Desembolsilló doscientos mil dólares, setenta mil menos de lo que le pagó a la estrella porno Stormy Daniels para que no divulgara que tuvo un revolcón con la bragueta más brava de la aldea global. Stormy cumplió a medias porque de su encuentro sólo se enteraron seis personas: Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos.
En eso de proclamar inocencia, Trump se parece a esos mariditos infieles que a pesar de haber sido pillados con las manos en la masa femenina ajena gritan que todo son calumnias de la oposición. Si en marzo del 2024 lo condenan, luciría el traje a rayas de los presos y comería por cuenta de los contribuyentes entre cinco y veintidós años.
Antes, en y después de pasar minutos de su vida encanado, el exinquilino de la Casa Blanca negó que haya violado la ley. Si existiera el Nobel al cinismo propondría su solitaria candidatura. Solo le faltó decir a lo Luis XIV: La ley soy yo.
También se merece el Nobel de la modestia pues dejó vestidos y alborotados a los precandidatos republicanos que participaron en el primer debate por televisión que ganó sin asistir. Esos mismos candidatos sueñan con la prisión para Trump. Sólo así tendrían posibilidades…