No se cambiaba ni por Dios mano a mano el escéptico poeta Jorge Valencia Jaramillo el Día del Idioma, cuando la Academia Colombiana de la Lengua le gastó homenaje “por ser vos quién sois”. 350 asistentes aplaudieron de pie al nonagenario que vino de San Roque, Antioquia. (Para los regalos, cumple 91 el 31 de julio, como san Ignacio de Loyola).
De su sombrero sacó la Feria Internacional del Libro de Bogotá y Fundalectura. Tiene hartas acciones en la Ley del Libro. Por pragmatismo se hizo economista. Hasta ministro fue. Respiraba y se le alborotaba la libido llerista. Su madre le involucró el virus de la poesía. Con el sol a la espalda nos amenaza con otro libro de versos: “Huracán en el paraíso”. Dios, en quien no cree, nos tenga de su santa mano.
¿Hay que fundar revistas? Que se llame Pluma. ¿Toca traer de Europa las cenizas a Vargas Vila? Haberlo dicho antes. Lo tiene en el pabellón de los masones del Cementerio Central de Bogotá. Desde la trasnochadora Pereira, “María Cano” se sumó al homenaje y recordó en Facebook que “hace unos años realizamos (con Valencia Jaramillo) una fraternal ceremonia en el cementerio libre de Circasia con hermanos masones”.
Su colega y amigo, Darío Restrepo Villa, felicitó a su paisano y comentó que “sigue creando utopías” como “Pro del Chocó” pensada para los que llevan del bulto en ese olvidado departamento. Por el Chocó anduvo Irene Vallejo llenándose de asombros y aportando libros. Por supuesto, no podía faltar la foto de Valencia Jaramillo con la escritora española, joder. (A quien no la lea deberían esconderle el celular y prohibirle quebrantar el sexto mandamiento).
¿Conviene invitar al escéptico Borges, su gurú, y a su esposa la señora Kodama? Por supuesto: lo hizo cuando fue alcalde de Medellín. ¿Hay que casarse bien casado? El mozartiano Valencia lo hizo con la beethoveniana editora Beatriz Cuberos, única bogotana que fue primera mujer de Medellín en la alcaldía de su romeo. Ella no solo le cuela el aire, sino que le alcahuetea que se gaste la quincena en libros. Le soporta sus poemas antifeministas y le toma vistas, como dicen en san Roque. Todo por el mismo sueldo: gratis.
¿Hay que criar hijos para cuál cielo? Preferible que tengan nombres poéticos: Jorge Daniel, León Felipe y Diego Alberto.
El homenaje a Valencia tuvo marcado tufillo paisa pues en palabras del director de la Academia, Eduardo Durán Gómez, se reconocían también las bondades de la trova “que en nuestro medio se desarrolló en el departamento de Antioquia y allí supo florecer como un elemento consustancial con las gentes de esa provincia…”.
La manifestación de amantes de las letras que se tomó la sede de la Academia se disolvió pacíficamente, informó la Policía. Claro, con el ego del autodenominado poeta triste “un poco muy mucho” inflado.