George Harrison nació en Liverpool en 1943 y murió el 29 de noviembre del año 2001. Su juventud fue la normal de un joven de su época, se inició en el gusto por la música y ello le llevó a un paso decisivo para su vida: ser miembro del famoso grupo musical The Beatles, símbolo mundial de la música pop en el mundo, fuente de entusiasmos de multitudes al escuchar una música bien interpretada y con la novedad de introducir instrumentos y voces en unidad de alto arte.
Harrison llegó a componer algunas canciones que el grupo interpretaba con su carisma de modernidad juvenil: eran jóvenes lanzando al mundo sin groserías y bajezas, pero sí con arte y buen mensaje, un caudal de arte musical que se hizo inolvidable. Entre las canciones de Harrison está “Mi Señor” que es una súplica inteligente y sincera. “Oh Señor, mi Señor” (dice) yo necesito verte, yo contigo quiero estar, yo quiero conocerte, Aleluya”. Súplica que desde una voz juvenil abre un horizonte de esperanza que rompe toda indiferencia y se lanza a la sincera tarea de conocer y estar con Dios.
Este tiempo de Adviento y Navidad que ya se acerca son épocas propicias para revivir el deseo bíblico que en otras palabras anota: “Mi alma tiene sed de Ti”, que descubre cómo el Amor es definición de Dios, que ha respondido a las búsquedas humanas. Pero es tiempo de vivir en luces de fe la fraternidad, la presencia afectuosa, el idioma gestual y de donación con los más necesitados y abandonados del momento.
Se cuenta que en Ucrania, por ejemplo, 6.000 sacerdotes católicos con ayuda de grupos laicales han creado refugios en medio de la guerra; donde encuentran los afectados comida, descanso, sanación corporal y espiritual, servicio sacramental. Algunos seminarios y colegios católicos han abierto sus puertas para acoger necesitados de luz. El mismo obispo de Kiev con un valioso equipo prepara comidas para llevar a las estaciones más cercanas donde hay personas refugiadas por temor a los bombardeos. Es el amor de Dios extendido y hecho visible en el cuerpo, que es la Iglesia en el mundo. Preparémonos para que esta Navidad no sea parranda, sino fiesta de fe y amor, unidad y compartir. Harrison, por acá actúa Dios.