Eugenia María Fenoglio nació en Francia en el siglo XIX. De pequeña mostró viveza y horizontes para el arte; llegada a la juventud empezó a sobresalir por su gracia para cantar, danzar y animar a los espectadores con su magia en el escenario.
Llegó a ser la reina de las noches de París y reconocida en toda Francia y Europa como verdadera dueña del escenario, las luces, la música, el espectáculo. Ya no figuraba con el nombre de Eugenia, sino que para mayor impacto de publicidad se le llamó Eva... como la del paraíso, Eva Lavalliére fenómeno cautivador, ídolo de la prensa mundial por su simpatía.
Dentro de su éxito llega a ser madre soltera, reside en una bella mansión cerca de Turena. Es deleite, diva, imán de aplausos y felicidad, símbolo de mujer en éxito. En 1917 llega a un hospital con dolencias y deseos de reposo y calma. Llegada de nuevo a casa busca paz interior. Va un día a Misa y siente un llamado a ser mujer que dé alegría, pero sin dinero, amistades poco confiables, fatiga por tontas exigencias.
Surge una nueva Magdalena: siente el llamado a soltar la esclavitud que nace de la preocupación por fama, dinero, aplausos, caricias. Se encontró como aquel viajero que después de tener comodidades, trato preferencial, conocimiento de maravillas, siente el deseo de descansar, de un espacio de serenidad.
Recorre monasterios buscando ese reposo, pero no encuentra; desea ser misionera en Africa, pero una enfermedad lo impide. Se radica en una nueva casa sencilla en Thuilleríes. La buscan periodistas y amigas, pero les dice: “Ya ven, he buscado conventos pero no encontré; quise ir al Africa, pero fue imposible. Ahora aquí encontré mi manera de ser misionera: orar, rezar por todos y por mí. Aquí deseo terminar mi vida en Dios”. Murió el 10 de julio de 1929.
Eva terminó feliz diciendo “Ave María” “Padre Nuestro”, orando por los que la aplaudieron y por los necesitados de la tierra, feliz. ¿No será algo así lo que nos hace falta a la mayoría que corremos afanosos tras el goce y el dinero, la ira y la venganza? ...como Eva saborear el Ave.