No me refiero a un incendio provocado por el fenómeno de El Niño en este período de intensos calores, sino a un incendio que conmovió a Manizales y al país el día 20 de marzo de 1926. Se dice que empezó en un local diagonal a la Catedral en madera y que en unas horas cubrió gran parte de la floreciente población. Locales comerciales, bancos, edificios municipales y cantidad de residencias se hicieron cenizas, no sin levantar antes altas e inmensas lenguas de fuego que se veían desde lejos, nubes de ceniza que llegaron hasta lejanías: Manizales parecía un volcán en llamas y al amanecer la voz corría en sonidos de tristeza y añoranzas: todo acabó, todo es ruina y ceniza.
Pero ese colapso hizo surgir lo más profundo de esta monumental raza, bella y grande como la Catedral desaparecida. Se narra que esa misma mañana, aún sobre las ruinas calientes el obispo de aquel momento, monseñor Tiberio de Jesús Salazar y Herrera, rodeado de cantidad de fieles en oración y líderes prestos a la acción, hicieron expreso el deseo de iniciar pronto la reconstrucción, no sólo de la Catedral, sino de la ciudad. De aquellas cenizas de los incendios de 1925 y 1926 resurgió la valerosa y valiosa ciudad que hoy es encanto de propios y visitantes, perla del Ruiz, jardín de la academia, capital del afecto, tobogán de frescas vivencias, comunidad de fe y esperanza. Los egipcios inventaron en su apogeo el sueño mitológico del ave fénix, que tenía la particularidad de renacer de las cenizas y alzaba el vuelo con cantos de triunfo y plumas multicolores que desde las alas parecían hacer revolotear el arco iris. Más profunda me parece la realidad que expresa el cristianismo cuando el Miércoles de Ceniza me recuerda que soy polvo, pero que si me convierto y creo en el Evangelio que destila las palabras y gestos de Jesús de Nazareth, puedo llegar a tener vida nueva, a derrotar la letal tristeza, a festejar la dicha de la Resurrección.
La Semana Santa o Mayor como se le llama y que está ya a las puertas sea ocasión para levantar vuelo con aire nuevo desde las viejas cenizas de zonas de la vida destruídas y frías. Ojalá festejemos tan luminosa semana.