Era lo corriente y aún hoy lo es: cantidad de productos traen un manual de funciones que ayudan no solo a “armar el artefacto” o poner en uso el producto adquirido, sino en el “cómo encender, apagar y usar en todas sus dimensiones” el objeto comprado. Muchas veces, aún teniendo el manual, no se sabe cómo continuar con algo para que funcione bien; no se apague de manera intempestiva, dé muestras de todos los usos indicados en el momento de la compra y no nos vaya a dejar en mitad del camino los deseos de uso pleno.
Era corriente que cuando en un producto resultaba un daño difícil de resolver, el manual de instrucción aconsejara: “go to the manufacturer”, es decir “vaya al fabricante”. Hoy todo ese trámite se suaviza con la indicación “llame a tal o cual número en su celular” y pida explicaciones.
Me parece que al comienzo de este mes de febrero que nos enruta al tiempo de la Cuaresma, este aviso es válido; cuantas veces lograríamos una vida más clara y feliz, menos difícil y aún más rápida si acudiéramos al Creador, al iniciador, al principio y fin de todas las cosas. Hoy cuando de todo dudamos, cuando estamos inciertos ante los hechos de cada día y los valores y tradiciones, es urgente acudir “al fabricante” de este mundo, esta historia, esta vida. Siempre Él tiene una palabra, un gesto, un acontecimiento que nos da indicaciones para continuar, seguir a hacer más legible nuestra vida. La lectura de la Palabra de Dios, la escucha de su explicación, la oración personal y comunitaria, el diálogo desde el punto originante de todo da lugar al buen desarrollo de la existencia.
Por algo el primer libro bíblico se llamó el Génesis, el origen, el inicio de la historia. El papa Francisco en su magistral carta “laudato si” sobre la situación del mundo en el aspecto climático recuerda que la manera irrespetuosa de tratar el planeta, ignorando su destinación y el papel del ser humano en su progreso, nos tiene en este laberinto del cambio climático. La verdad es que para este aspecto de la vida lo mejor y más sabio será siempre acudir al Creador y escuchar su voz.